El secreto del éxito

inventor

La semana pasada pude pasar tiempo con una persona que ha conseguido un gran éxito en su vida; tanto en los negocios como en el aspecto personal su manera de hacer las cosas le ha deparado una vida interesante y con un gran valor para personas cercanas y más lejanas. ¿Cuál es el secreto?

El secreto está formado, en mi opinión, por varios factores que sumados generan un potente motor personal.

El primero de ellos está basado en la capacidad de generar ideas sin prejuicios; la persona de la que hablo tuvo una idea durante un viaje que cualquier otro hubiera descartado, pero él consideró que su idea podría tener forma y tras el viaje decidió darle esa forma. El producto que invento – que no es relevante – era algo único surgido de la mezcla entre varios conceptos que por separado funcionaban; nuestro protagonista apostó por su idea…

El segundo factor es el sacrificio. Nuestro protagonista tardó algo más de lo que pensaba en conseguir  un primer prototipo de su idea, en concreto tres años… un prototipo que nadie quiso comprar.  Necesitó cinco años más para mejorarlo y conseguir fundar una empresa que pudiera fabricarlo. Sacrificó parte de su vida familiar, una posible exitosa carrera profesional y dedicó esos años a su idea…

El tercer factor es la autenticidad, que demostró desde un principio decidiendo que su producto debía tener una calidad y una garantía sin parangón; debía satisfacer al 100% de sus clientes, entregando el valor que esperaban del producto y siendo totalmente transparente…

El cuarto factor es la humildad,  ya que tras esos ocho años su empresa empezó a crecer como la espuma y en 10 años más era líder de un mercado que él mismo había creado, con una facturación de muchos millones de dólares y con más de 200 trabajadores, que en la actualidad son más del doble; también vende en más de 70 países y para muchas personas es un icono. Aún así, ahora ya con 67 años  es una persona humilde, cercana a sus  trabajadores, a sus clientes, etc. Es alguien que sabe transmitir sin atisbo de soberbia su historia y quien reconoce que es feliz sabiendo que su producto ha hecho feliz a  muchas personas. Ya lo dijo otro grande de los negocios Richard Branson– muy diferente de nuestro protagonista en casi todo – “Un negocio no es más que una idea para hacer mejor la vida de otras personas”.

En cierta manera, su empresa cumple con todos los preceptos que exige ser una empresa con corazón. La empresa tiene valores muy fuertes que respeta siempre; también tiene empleados contentos, muy contentos, que además de su trabajo canalizan sus necesidades de vinculación con la comunidad a través de un programa de ayuda social de la propia empresa. Viven su trabajo como equipo, y son muy conscientes de que su éxito depende de ser parte de ese equipo. Fabrican  un producto que claramente sirve a la misión y visión de la empresa y son capaces de transmitir esos valores en su comunicación e incluso en su producto, con ello cierran el esquema de la gestión coherente.

Me siento muy orgulloso de haber podido conocerle, y me encantaría que muchas empresas pudieran seguir el ejemplo de la suya, que claramente es una empresa  con corazón.

 

 

¿Dónde aprendemos? El conocimiento blando.

conocimiento blando copia

La respuesta habitual a esta pregunta en muchos casos seguro que será  en el colegio o bien en la universidad, incluso podemos decir que de nuestros padres, de nuestra familia, pero hay pocos que responderían que de la  vida, y es extraño porque yo creo que realmente aprendemos mucho de nuestra experiencia en la vida.

Creo que en la sociedad actual hemos dado mucha importancia al conocimiento adquirido mediante la enseñanza “estándar” -ya comenté en otro post que no soy muy fan de cómo está establecido el sistema educativo –  y muy poco a lo que hemos aprendido fuera de esta enseñanza.

Creo que debido a cómo estamos organizados necesitamos clasificar a las personas para saber dónde y cómo van a trabajar; así esta enseñanza estándar produce personas fácilmente clasificables en base a carreras universitarias o  a formación profesional,  lo cual facilita enormemente el trabajo de las empresas cuando quieren saber a dónde ubicar a una determinada persona. Además hace que los puestos de trabajo a organizar sean relativamente pocos y  corresponden a un determinado perfil que es el que se “produce” en las escuelas.

Sin querer minusvalorar el conocimiento sobre las materias que se imparten en colegios y universidades, que sin duda es muy importante – no me fiaría de un cirujano que no haya estudiado la carrera de medicina – creo que durante mucho tiempo hemos cometido el error  de creer que todo lo que se aprende fuera de dichas instituciones no tiene valor, cuando eso pese a no ser reglado puede ser un conocimiento muy valioso para cualquier organización.

Hay personas que jamás han pasado por una universidad que tienen conocimientos específicos, a veces a nivel de experto,  que han adquirido  por la práctica al tratarse esa práctica de una afición; pero no sólo los conocimientos marcan las posibilidades de alguien de ser realmente  básico en una organización, las habilidades personales, la capacidad de ser empático, o la resiliencia, el liderazgo, la generosidad, etc  todas esas capacidades que  incluiríamos dentro de lo que conocemos como inteligencia emocional y que los americanos llaman “Conocimiento Blando” se pueden desarrollar en perfiles muy diferentes a los estándar,  en personas que por su experiencia vital han aprendido mucho más de lo que se enseña en las escuelas.

Se me ocurre que una persona que dedique unos años a viajar por oriente quizás sea un mejor vendedor de una empresa en esa zona del mundo que alguien que haya hecho el mejor de los cursos de ventas del mundo. Es posible que su experiencia con culturas que son muy distintas a la nuestra le den ventajas que alguien que sólo ha aprendido la parte de conocimiento estándar no pueda llegar a entender.  Pero no sólo ocurre en casos tan extremos como el planteado,  alguien que por experiencia vital haya tenido que cuidar de un enfermo quizás tenga una capacidad de empatía superior al resto que le permita trabajar mejor que nadie en atención al cliente.

Como estos ejemplos podríamos encontrar infinitos, y una persona que se dedique a reclutar personal debería ser capaz de abrir su mente a perfiles que por falta de estandarización pueden pasar desapercibidos. El mundo que se abre ante nosotros puede que siga anclado en patrones que ya no son válidos, pero las personas somos diferentes debido a que hemos vivido circunstancias diferentes  y eso nos hace que no existan estándares y que la manera de conseguir el potencial de cada uno sea explotando todo lo que sabemos y no sólo las habilidades aprendidas en el sistema educativo.

De nuevo es responsabilidad de las empresas que buscan su corazón el saber apreciar y ubicar a las personas según todo sus capacidades.

¡Quiero mi mesa al lado de la ventana!

Mobiliario_de_oficina

Hay quien lo grita a los cuatro vientos cuando le cambian de sitio y hay quien lo sufre en silencio para que no se pueda decir que no es un verdadero profesional, y aunque de entrada puede parecer una tontería, el lugar físico donde trabajamos tiene mucha importancia en cómo sentimos nuestra posición dentro de la organización.

Y no sólo el lugar físico que ocupamos sino  muchas personas también dan mucha  importancia el ordenador que utilizan (caso de ser un trabajo de oficina) o incluso el teléfono móvil que les da la empresa, y por supuesto, si es el caso, el coche de empresa que conducen; y no sólo estoy hablando de altos directivos.

Hay varias razones para que esto sea básico para muchas personas, yo veo tres principales:

  • Interés por “comodidad”: que mi sitio esté cerca del agua, de la luz natural, la puerta, el almacén, etc. Se trata de un interés más bien básico, sin dobles fondos.
  • Interés “táctico”: estar cerca de algún colega con el que tenemos mejor relación, o lejos de alguno con el que tenemos mala relación. Se trata de un interés también muy básico, cercano a la comodidad pero con el añadido de las relaciones personales.
  • Interés “estratégico”: estar más cerca o más lejos del jefe, estar en un lugar que se entiende privilegiado entre los compañeros. Se trata de un interés más bien vinculado al ego, soy mejor que el resto porque ocupo este espacio.

En el caso del equipo de trabajo que va desde el casco de obra hasta la tableta de última generación, en función del trabajo desempeñado,  también veo dos motivos  muy claros:

  • Interés práctico: que necesitamos esa herramienta para trabajar, sin motivaciones externas.
  • Interés egoico: que está muy relacionado, una vez más, con el estatus dentro de la organización, los trabajadores entendemos que a mejor equipo más estatus dentro de esta.

¿Y cómo debemos trabajar esto desde la organización de la empresa?

Debemos ser conscientes de que las personas trabajamos de esta manera, es cierto que dejarse afectar por estas decisiones de empresa  no es una manera profesional de comportarse por parte de un trabajador, ni decidir en función de esto sería profesional por parte del manager, pero siendo conscientes de las afectaciones de nuestro ego en estos temas podemos llegar a decidir cómo actuamos, cómo comunicamos internamente las decisiones respecto a ubicaciones o equipo que se entrega a cada trabajador justificándolas o bien por merecimientos o bien por necesidad del negocio, por ejemplo será lógico que un diseñador tenga un ordenador más potente que un administrativo, o que alguien que trata temas confidenciales disponga de una despacho cerrado.

La conclusión es que aunque  pretendemos que la empresas sean sean  asépticas a las emociones, estas también tienen mucho que decir y muchas veces implican problemas de gestión de la convivencia, llegando a producir incluso baja productividad o incluso  la decisión por parte de un trabajador  de dejar un puesto de trabajo  al no sentirse reconocido.

Una vez más la correcta toma de decisiones en base a valores objetivos nos ayudará  a poder explicar de una manera coherente las decisiones que tomemos, y aunque no nos inmuniza contra la reacciones de los colaboradores de la empresa, si nos permite saber que la decisión tomada es justa.