El negocio del crecimiento personal

Crecimiento personal

Este texto se aleja un poco de los temas  que suelo tratar, más vinculados a la empresa, aunque el llamado crecimiento personal sea un gran negocio en occidente estos últimos años. El concepto de crecimiento se ha puesto muy de moda en los últimos años, tanto vinculado a la salud, a la espiritualidad, como a los negocios – sobretodo a la emprendiduría – o al deporte,  y como decía se ha convertido en un negocio enorme para muchos y una meta vital para muchos más.

El origen de lo que ahora llamamos crecimiento personal podría ser el término chino Xiao Tiao, que se podría traducir como “cultivarse a uno mismo” y aunque ahora lo parezca, no está vinculado con métodos fáciles para legar a una supuesta mejora en algún aspecto sino que se refiere a una mejora continua como persona a través del constante aprendizaje  ya sea en el aspecto físico, intelectual y espiritual para llegar a un equilibrio con nosotros mismos como personas como con los otros y con nuestro entorno.

No hace demasiado, hablando con una amiga,  me dijo que cada vez que oía la expresión crecimiento personal sentía que le estaban engañando; en su opinión todo lo vinculado con el crecimiento personal era sólo un método de enriquecimiento para aquellos que estaban detrás de dichos métodos.

Creo que hay parte de razón en ello, pero sólo una parte, creo firmemente en el crecimiento vital tal como se plantea el Xiao Tiao pero también creo que se ha generado un gran negocio alrededor de la expectativas de muchas personas que han creído que el crecimiento personal, que la mejora de sus vidas vendría sólo a través de la lectura de un  libro a la asistencia a un curso. Tengo la sensación de que como sociedad que ha dejado de creer en muchas cosas que en su día nos “protegían”, como la religión o el estado, estamos necesitados de creer en recetas que nos ayuden, que nos hagan sentir parte de algo y a veces los buscamos en la practica del  deporte – que nos ayuda a crecer en el plano físico – en la nueva espiritualidad,  o en la creación de un negocio con valores que cambie la manera en que vivimos, y en todos esos aspectos han emergido gurús a los que seguir, personas que han hecho el camino antes que nosotros y que creemos que serán capaces de cambiar nuestra vida, y claro eso no suele ser así.

¿Esto quiere decir que todos los cursos o  todos los libros que tratan el tema son un engaño? en mi opinión sólo son un engaño los menos, los que realmente venden su método como la respuesta todo, pero esto, como digo es en el menor de los casos. La mayoría de autores circunscriben su método a un aspecto pequeño de nuestras vidas, o bien buscan ayudarnos a montar una empresa, o bien a enseñarnos a conocernos mejor a través de herramientas psicológicas o bien a relajarnos a través del mindfulnes y eso en si no es negativo ni es un engaño; lo que si es, es parcial.

No podemos centrar toda nuestra vida  en sólo un aspecto y seguir ese método como si fuéramos gruppies de un grupo de rock. Desde que se escribieron los libros sagrados de las grandes religiones no existe un libro  o  en su caso, un curso  de autoayuda con capacidad de cambiar nuestra vida porque nuestra vida es mucho más compleja que lo que se puede tratar en un libro; depende de nosotros hacer que sea como queremos que sea, es el trabajo de una toda una vida, en la que aprender, conocernos a nosotros mismos, conocer el mundo y tomar decisiones que nos lleven allá donde queramos ir. El conocimiento y el autoconocimiento des parte del viaje  crecimiento y en ese viaje habrá algún libro que nos marque, algún curso que nos ayude, personas a las que seguir; pero seguro que no encontraremos ese gran maná en forma de método fácil que nos cambie la vida sin esfuerzo.

En parte el negocio del crecimiento personal, tiene mucho que ver con cualquier negocio que comentamos en este blog; tendrá sentido si está hecho con coherencia y comunicado con coherencia; si yo escribo un libro en el que prometo la felicidad en 100 páginas seguro que es mentira, pero si yo escribo un libro con la vocación de ayudar, en el que doy mi visión de cómo hacer algo que sea beneficioso para quien lo lea, sin pretender cambiar su vida, sino simplemente ayudar, y lo publicito exactamente de esa manera,  con sinceridad y coherencia, no creo que aunque para mi eso sea un negocio, mi libro sea un engaño para los demás.

¿y para las próximas navidades?

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Y pasado el día de Reyes y con las navidades ya casi olvidadas, han pasado ya las fiestas….

Es un momento del año que realmente nos trae un análisis curioso bajo la perspectiva de la empresa, que empieza desde una visión histórica.

Estas fechas se han celebrado en nuestra parte del mundo durante siglos; antes del cristianismo como victoria de la luz sobre la oscuridad, ya que los días empiezan a hacerse más largos a parir del solsticio de invierno, y después del cristianismo vinculando la fecha al nacimiento de Jesucristo.

Durante todos esos siglos estas mismas fechas han estado vinculadas a diferentes tipos de celebraciones, desde religiosas y de recogimiento a otras más festivas.

En un determinado momento histórico las celebraciones dieron lugar al hecho que marca una parte de estas fechas en la actualidad, la reunión de la familia, el encuentro de las personas queridas para compartir una comida como símbolo de unión; esta parte se repite en casi todas las tradiciones occidentales de la Navidad.

Aunque en las fiestas romanas ya se intercambiaban regalos, en los últimos años se ha sumado la actividad comercial como una de las más importantes de la celebración ya que para las empresas que venden al público se trata de la época más importante del año que puede concentrar el 30% de las ventas del año, e incluso puede ser bastante más.

Este año observando como la parte comercial de las fiestas es cada vez más importante me planteaba si era posible que dentro del consumo responsable pudiéramos hacer que esta actividad se acercase al verdadero espíritu de las fiestas. No se trata de opciones que he visto publicadas que suponen renunciar a los regalos – !y a mi también me gustan! – sinó buscar opciones que puedan estar más alineadas con nuestros valores.

Si queremos hacer regalos materiales, podríamos hacerlo buscando quiénes son las empresas a las cuales les compramos los regalos , revisar qué explican sobre ellas mismas, cómo fabrican, y dónde fabrican para poder contestar a la pregunta ¿merecen esa compra? . Estoy convencido, que hay muchas que sí merecen esa compra y nosotros podemos premiar el compromiso de esas empresas.

Otra opción de regalo consciente, ya fuera de los regalos materiales, sería la aportación en nombre del regalado a una ONG que sepamos que pueda ser de su agrado, siempre que también sigamos el proceso de revisar quiénes son esas ONG.

Creo que hay maneras más conscientes de hacer las cosas, que suponen además una forma de beneficiar a las organizaciones que se han ganado su corazón, incluso se trata de una forma de hacer que aquellas que no lo han hecho aún puedan ver un beneficio claro en hacerlo.

No se trata de ser integrista, sino de hacer lo que creamos que está más cerca de nuestros valores. Está claro que nos queda todo un año para pensar qué tipo de regalos queremos hacer las siguientes navidades, pero siempre es buenos reflexionar en cómo podemos con nuestras decisiones variar algo en lo que no creemos.

Seleccionando personas…

seleccionandopersonasNo es fácil decidir con quién vamos a llevar a cabo un proyecto, tanto si se tratan de relaciones permanentes, estructurales o sea una sociedad o bien si se tratan de acuerdos de colaboración en empresas “líquidas”, o incluso si se trata de contratar a alguien como empleado, nunca ha sido sencillo decidir con quién vamos a colaborar.

Primero debemos tener claro qué tipo de colaboración buscamos, si es estructural lo que significa que contrataremos a alguien o que o bien nos asociaremos con alguien, o algo más coyuntural en forma de colaborador. Será una relación que se busca para ser duradera o más bien finita, por un proyecto. En función de qué necesitemos valoraremos la forma de colaboración o sociedad, la remuneración o bien el nivel de compromiso que necesitamos.

Eso también es válido desde el punto de vista de un trabajador que debe elegir hasta donde marcar su compromiso con un proyecto y realizarlo como personal contratado por la empresa o como FreeLancer en función de sus necesidades.

Cuando lo vemos desde el lado de la empresa y si lo que buscamos son socios, antes de nada debemos tener en cuenta que es lo que necesitamos de un socio; si sólo es capital lo ideal es establecer que su participación es sólo esa, pagar su aportación de capital mediante los beneficios que obtengamos, pero que no tenga capacidad de decidir en el día a día.

Si lo que queremos es alguien que participe de nuestro proyecto de una manera más directa deberemos tener en cuenta las siguientes características:

  • Necesitamos a alguien que sienta con valores compatibles a los nuestros.

Si es importante trabajar sobre los valores que debe tener nuestra organización, nuestro negocio, es indispensable que las personas con las cuales nos embarquemos en ello compartan dichos valores, no se trata de ser integrista pero sí deberemos buscar que no tengan valores opuestos a los nuestros.

  • Necesitamos a alguien que sepa hacer lo que nosotros no sabemos.

Seguro que sabemos en qué somos buenos, lo que nos hace poseedores de una información muy útil, en qué no lo somos tanto, por lo tanto cuando busquemos alguien con quien asociarnos deberá ser un complemento para nosotros, para nuestro negocio, alguien que aporte las cualidades que a nosotros nos faltan ya sean las ventas, la gestión de las finanzas o el marketing.

  • Necesitamos a alguien con el que podamos comunicarnos.

No sirve de nada que nuestro socio sea una gran persona con múltiples habilidades si no somos capaces de entendernos. La comunicación es un requisito indispensable para lograr que la empresa funcione; una comunicación no eficiente puede producir que las decisiones se retrasen y que el trabajo del día a día se convierta en tedioso.

  • Necesitamos a alguien en el que confiemos de verdad

¿Qué es la confianza? Pues es la capacidad de creer que alguien actuará de la manera adecuada, así que qué menos le vamos a pedir a alguien con quien compartiremos nuestro proyecto. A nivel operativo no hay nada pero que tener que fiscalizar cada cosa que hace una persona con la que trabajamos porque creemos que no actúa como debe, y si además es nuestro socio la cosa empeora. Debemos ser capaces de cerrar los ojos y dejarnos caer sabiendo que el otro nos recogerá.

En el caso de empresas líquidas, las que son adaptables y se nutren de colaboradores puntuales en función de cada proyecto, o que incluso sólo existen en función de dicho proyecto, lo más importante es la característica de las habilidades que aporta cada miembro; no será un socio orgánico, ni un colaborador fijo, sino que la colaboración será sólo en determinados proyectos en los que el trabajo conjunto pueda suponer un éxito. Es cierto que las otras características serán también importantes, pero lo básico es la capacidad de resolución del proyecto.

Cuando busquemos empleados también deberemos tener en cuenta las características que comentábamos anteriormente para los socios, pero de una manera diferente.

La diferencia básica en el caso de buscar un empleado es que no podremos pedir un nivel de compromiso igual al de un socio; la relación laboral no deja de ser un tipo de relación comercial entre el trabajador que vende sus habilidades y el empresario que las compra. Es verdad que nada es tan sencillo como eso pero está claro que como gestores de una organización hay barreras que no se deben traspasar con los empleados pero que si traspasaríamos con los socios.

Como empleado también es importante saber ver cómo nos integraremos en la organización, si seremos capaces de realizar el trabajo por el que nos contratan y si además nos sentimos motivados por trabajar en la empresa en cuestión.

Tanto por el lado del contratador como del contratado un punto básico es el que coloquialmente conocemos como “encajar”, que se resumiría en ser capaces de compartir o por lo menos entender la posición del otro respecto a las características antes mencionadas y además por parte del contratado ser capaz de encontrar su sitio dentro de los procesos de funcionamiento de la organización (siempre que sea una organización que ya está funcionando).

En una empresa con corazón, la atención a las personas es básica, es uno de los secretos que están detrás de un posible éxito; de hecho no existen empresas sin personas.

Todos vendemos…

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Nunca he trabajado en ventas,  he vendido, pero nunca con la presión añadida de tener que cumplir una cifra cada mes. Sí es cierto que en casi todos mis trabajos he asumido la presión que comporta  la venta desde mi posición en marketing pero nunca de manera directa; ¿y por qué hago una entrada sobre las ventas? Porque cada vez tengo más claro que todos vendemos en todo momento y ya que lo hacemos, hagámoslo con coherencia.

Seguro que casi todos hemos oído en ocasiones que un gran vendedor es el que vende hielo a los esquimales, y sí, seguro que eso requiere ser un gran vendedor, uno  nato, alguien capaz de convencer a quien sea que lo que necesita es su producto, pero más allá de las habilidades indiscutibles  ¿eso es aún así? ¿Ese perfil sigue siendo el de un gran vendedor?

Vender básicamente es convencer a otra persona de algo, la mayoría de las veces de que debe comprar el producto que tú ofreces; la venta, por lo tanto, se basa en la capacidad del vendedor de generar confianza en el posible comprador para que sus argumentos lleguen a éste y logre convencerle de la bondad de su propuesta.

¿Y qué genera esa confianza?

Aparte de vendedores de dotes sobrenaturales, como las del vendedor de hielo, creo que el vendedor es más capaz de generar confianza en tanto en cuanto el producto que vende esté en línea con sus propios valores y  responda a  lo que espera el cliente de dicho producto.  Por lo tanto para vender bien hay que estar convencido de que lo que vendemos cumple con lo que promete.

También se generará más confianza si el vendedor está respaldado por la garantía de que si el producto falla el fabricante se hará cargo de él.

Por último el vendedor será capaz de generar más confianza si puede establecer una relación cercana a su cliente, en la cual la figura del vendedor conozca las necesidades del cliente y sea capaz de asesorarle.

Durante años he visto que en algunos sitios donde he trabajado se valoraba la venta a cualquier precio, ese vendedor de hielo al esquimal era la estrella de la empresa, pero ¿qué pasa cuando el esquimal ve que no necesita hielo?

Como decía anteriormente hoy en día todos vendemos más que nunca, la oferta es infinitamente más grande que la demanda  en la mayoría de los mercados, debemos ser capaces de aprender a vender sin vergüenza, pero siendo conscientes de que no podemos ganarnos esa confianza de la que hablábamos si no es con algo sólido que la respalde, es básico y más aún en una empresa con corazón.

A principio de la entrada me refería a que todos vendemos, quizás alguien piense que no es así, que su puesto de trabajo no implica la venta con lo cual él o ella no venden. Pero existen  situaciones de venta, en concreto una especialmente importante en la que todos o casi todos nos vemos en alguna ocasión durante nuestras vidas: cuando buscamos trabajo.

Es una situación que tal como está planteada en el mundo moderno nos convierte en vendedores cuyo producto es el propio trabajo (vendemos nuestro trabajo, no a nosotros mismos) y  ¿quién de nosotros no conoce a alguien que ha querido vender su trabajo en formato hielo a un esquimal?

Cuando vendemos nuestro trabajo también debemos tener en cuenta los puntos que mencionábamos antes;  en una entrevista de trabajo existe de la misma manera un producto, en este caso un servicio, que debe generar confianza  en la otra parte,  esa confianza que generemos con nuestro trabajo  será la que marque la diferencia para ser escogidos. Creo que hoy en día el “inglés nivel alto” de la mayoría de currículos no sirve de mucho si no es real.

Resumiendo, en cualquier venta el vendedor es un generador de confianza, ciertamente se puede generar de manera fraudulenta pero cada vez que hagamos una venta de ese tipo estaremos dejando de lado un poco de nuestro corazón.

Las empresas tienen que ganar dinero

6355836713_7ea15f733f_bPues sí, así escrito suena como una tontería, para algunos incluso les suena como algo malo, pero está claro que las empresas tienen que ganar dinero.

Me han comentado algunas personas que a veces parece que dejo de lado ese hecho tan básico, y  que parece que cuando escribo lo haga siempre sobre ONG’s y la verdad es que me apetecía hablar de ese aspecto del negocio. Ganar dinero.

¿Qué es el dinero? Pues básicamente es un sistema de intercambio de valor, yo produzco un valor y lo intercambio contigo, que me das dinero por ese valor que produzco. El dinero surge para evitar la dificultad que supone gestionar trueques en los que las dos partes puedan estar interesadas (entre otras muchas facilidades que aporta el hecho de tener dinero…). Visto de esta manera el dinero no tiene  ningún tipo de carga negativa como la que puede tener en la actualidad para mucha gente.

Esa carga de negatividad, provocada sobre todo por la  parte especulativa del dinero, es la que hace que el comentario que da título a la entrada tenga algo de provocativo.

Y ¿porqué deben ganar dinero las empresas? En una entrada anterior hablé sobre  la no necesidad de un crecimiento sostenido como modelo básico, pero dentro de esa no necesidad en la que creo firmemente, está la necesidad de la supervivencia de la organización y para eso si hace falta ganar dinero.

Una empresa necesita poder ingresar dinero para realizar sus pagos tanto a trabajadores como a proveedores y administración,  y tal como está montada la economía mundial también para pagar la inversión de capital del propietario de la empresa – esta última es la que genera más tensión,  es el dinero que algunos ven mal –

Eso sí, hay maneras y maneras de hacerlo, y dentro de esas maneras está la que busca poder dar también un valor a la sociedad, aparte del que aporta a sus integrantes.

El error que provoca que el ganar dinero sea visto como “malo” proviene del hecho de que existan empresas cuyo único objetivo sea ganar dinero, cuando el dinero jamás debe ser un objetivo en sí mismo sino el resultado de la búsqueda del fin para el que la empresa ha sido creada, aquel que ponemos en la misión de su organización.

Ese dinero es el que utilizaremos para retribuir a los trabajadores de una manera justa, pagar impuestos que permitan que existan empresas que no deban ganar dinero – las públicas, hospitales, policía, bomberos…- ser conscientes con el medio ambiente, que es el que nos permite en última instancia ganar dinero y así devolver parte de las ganancias, en forma de ayuda, a planes de mejora de la sociedad, no cómo política de lavar una imagen que ya no necesita ser lavada sino como vocación real de devolver  a la sociedad lo que se recibe de esta.

Cuando hablamos de empresas con corazón no hablamos de ONG’s, sino de organizaciones que buscan sus beneficio pero que también creen en el beneficio social de su actividad, en el respeto por los demás  y en una actividad a través de la cual se aporta valor.

No nos engañemos, las empresas con corazón ganan dinero, la diferencia es cómo entienden el ganar dinero y como gastan ese dinero que ganan.

 

¿Dónde aprendemos? El conocimiento blando.

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La respuesta habitual a esta pregunta en muchos casos seguro que será  en el colegio o bien en la universidad, incluso podemos decir que de nuestros padres, de nuestra familia, pero hay pocos que responderían que de la  vida, y es extraño porque yo creo que realmente aprendemos mucho de nuestra experiencia en la vida.

Creo que en la sociedad actual hemos dado mucha importancia al conocimiento adquirido mediante la enseñanza “estándar” -ya comenté en otro post que no soy muy fan de cómo está establecido el sistema educativo –  y muy poco a lo que hemos aprendido fuera de esta enseñanza.

Creo que debido a cómo estamos organizados necesitamos clasificar a las personas para saber dónde y cómo van a trabajar; así esta enseñanza estándar produce personas fácilmente clasificables en base a carreras universitarias o  a formación profesional,  lo cual facilita enormemente el trabajo de las empresas cuando quieren saber a dónde ubicar a una determinada persona. Además hace que los puestos de trabajo a organizar sean relativamente pocos y  corresponden a un determinado perfil que es el que se “produce” en las escuelas.

Sin querer minusvalorar el conocimiento sobre las materias que se imparten en colegios y universidades, que sin duda es muy importante – no me fiaría de un cirujano que no haya estudiado la carrera de medicina – creo que durante mucho tiempo hemos cometido el error  de creer que todo lo que se aprende fuera de dichas instituciones no tiene valor, cuando eso pese a no ser reglado puede ser un conocimiento muy valioso para cualquier organización.

Hay personas que jamás han pasado por una universidad que tienen conocimientos específicos, a veces a nivel de experto,  que han adquirido  por la práctica al tratarse esa práctica de una afición; pero no sólo los conocimientos marcan las posibilidades de alguien de ser realmente  básico en una organización, las habilidades personales, la capacidad de ser empático, o la resiliencia, el liderazgo, la generosidad, etc  todas esas capacidades que  incluiríamos dentro de lo que conocemos como inteligencia emocional y que los americanos llaman “Conocimiento Blando” se pueden desarrollar en perfiles muy diferentes a los estándar,  en personas que por su experiencia vital han aprendido mucho más de lo que se enseña en las escuelas.

Se me ocurre que una persona que dedique unos años a viajar por oriente quizás sea un mejor vendedor de una empresa en esa zona del mundo que alguien que haya hecho el mejor de los cursos de ventas del mundo. Es posible que su experiencia con culturas que son muy distintas a la nuestra le den ventajas que alguien que sólo ha aprendido la parte de conocimiento estándar no pueda llegar a entender.  Pero no sólo ocurre en casos tan extremos como el planteado,  alguien que por experiencia vital haya tenido que cuidar de un enfermo quizás tenga una capacidad de empatía superior al resto que le permita trabajar mejor que nadie en atención al cliente.

Como estos ejemplos podríamos encontrar infinitos, y una persona que se dedique a reclutar personal debería ser capaz de abrir su mente a perfiles que por falta de estandarización pueden pasar desapercibidos. El mundo que se abre ante nosotros puede que siga anclado en patrones que ya no son válidos, pero las personas somos diferentes debido a que hemos vivido circunstancias diferentes  y eso nos hace que no existan estándares y que la manera de conseguir el potencial de cada uno sea explotando todo lo que sabemos y no sólo las habilidades aprendidas en el sistema educativo.

De nuevo es responsabilidad de las empresas que buscan su corazón el saber apreciar y ubicar a las personas según todo sus capacidades.

¡Quiero mi mesa al lado de la ventana!

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Hay quien lo grita a los cuatro vientos cuando le cambian de sitio y hay quien lo sufre en silencio para que no se pueda decir que no es un verdadero profesional, y aunque de entrada puede parecer una tontería, el lugar físico donde trabajamos tiene mucha importancia en cómo sentimos nuestra posición dentro de la organización.

Y no sólo el lugar físico que ocupamos sino  muchas personas también dan mucha  importancia el ordenador que utilizan (caso de ser un trabajo de oficina) o incluso el teléfono móvil que les da la empresa, y por supuesto, si es el caso, el coche de empresa que conducen; y no sólo estoy hablando de altos directivos.

Hay varias razones para que esto sea básico para muchas personas, yo veo tres principales:

  • Interés por “comodidad”: que mi sitio esté cerca del agua, de la luz natural, la puerta, el almacén, etc. Se trata de un interés más bien básico, sin dobles fondos.
  • Interés “táctico”: estar cerca de algún colega con el que tenemos mejor relación, o lejos de alguno con el que tenemos mala relación. Se trata de un interés también muy básico, cercano a la comodidad pero con el añadido de las relaciones personales.
  • Interés “estratégico”: estar más cerca o más lejos del jefe, estar en un lugar que se entiende privilegiado entre los compañeros. Se trata de un interés más bien vinculado al ego, soy mejor que el resto porque ocupo este espacio.

En el caso del equipo de trabajo que va desde el casco de obra hasta la tableta de última generación, en función del trabajo desempeñado,  también veo dos motivos  muy claros:

  • Interés práctico: que necesitamos esa herramienta para trabajar, sin motivaciones externas.
  • Interés egoico: que está muy relacionado, una vez más, con el estatus dentro de la organización, los trabajadores entendemos que a mejor equipo más estatus dentro de esta.

¿Y cómo debemos trabajar esto desde la organización de la empresa?

Debemos ser conscientes de que las personas trabajamos de esta manera, es cierto que dejarse afectar por estas decisiones de empresa  no es una manera profesional de comportarse por parte de un trabajador, ni decidir en función de esto sería profesional por parte del manager, pero siendo conscientes de las afectaciones de nuestro ego en estos temas podemos llegar a decidir cómo actuamos, cómo comunicamos internamente las decisiones respecto a ubicaciones o equipo que se entrega a cada trabajador justificándolas o bien por merecimientos o bien por necesidad del negocio, por ejemplo será lógico que un diseñador tenga un ordenador más potente que un administrativo, o que alguien que trata temas confidenciales disponga de una despacho cerrado.

La conclusión es que aunque  pretendemos que la empresas sean sean  asépticas a las emociones, estas también tienen mucho que decir y muchas veces implican problemas de gestión de la convivencia, llegando a producir incluso baja productividad o incluso  la decisión por parte de un trabajador  de dejar un puesto de trabajo  al no sentirse reconocido.

Una vez más la correcta toma de decisiones en base a valores objetivos nos ayudará  a poder explicar de una manera coherente las decisiones que tomemos, y aunque no nos inmuniza contra la reacciones de los colaboradores de la empresa, si nos permite saber que la decisión tomada es justa.

 

Consumo consciente ¿cómo llegar al consumidor?

Consumo conscienteEn las últimas décadas del siglo XX y cada vez más acentuado en los años que llevamos del siglo XXI algunas grandes empresas, de todos los sectores, han sido capaces de crecer mucho, de manera en que algunas están valoradas muy por encima de la media del PIB de muchos países del mundo. Esta concentración de volumen de negocio lleva también una concentración de poder, lo cual desde un punto de vista político socaba el poder representativo de los gobiernos democráticos.

Ante esta situación, algunas personas alarmadas por la pérdida de control sobre la política de sus países han buscado el punto débil de estas grandes corporaciones, su talón de Aquiles que no es otro que su dependencia  del consumo que realizamos de sus productos o servicios.

Así que la recuperación de la capacidad de decidir está en la elección de qué productos consumimos en función de quién los fabrica y qué intereses tiene ese fabricante. Así si estas grandes empresas van a  controlar nuestros gobiernos por lo menos decidamos qué grandes empresas lo hacen.

Esta es una de las aproximaciones al llamado consumo consciente, pero no sólo se aplica a cómo afectan nuestras decisiones de consumo a  nivel de la sociedad como un todo, sino que también se pueden bajar a un nivel de decisión e impacto mucho más bajo; por ejemplo cuando consumimos productos de proximidad  y cuando lo hacemos en establecimientos también de proximidad, dando negocio y vida a nuestros vecinos.

Sobre estas ideas podéis encontrar más información en:

http://www.emaus.com/que-hacemos/educacion-transformar-mundo/ambitos-de-actuacion/consumo-consciente-y-responsable

http://partidoequo.es/quienes-somos/nuestras-ideas/programa-electoral/Econom%C3%ADa-y-Sociedad/consumo-consciente-o-consumo-responsable

http://www.consumoresponsable.org/criterios/index

Pero buscando qué implica esto desde el punto de vista de las empresas, creo que supone una gran oportunidad para aquellas empresas que hacen las cosas bien, ya sean grandes o pequeñas.

Este grupo de consumidores del que hablamos es aún muy pequeño en términos globales, no tiene suficiente fuerza como para cambiar políticas de empresa, pero poco a poco será más fuerte y con más poder dentro de las decisiones que puedan tomar estas empresas.
Pero ¿Quién llegará al corazón de esos consumidores conscientes? Lógicamente quien sea capaz de convencer a esos consumidores que sus valores y principios están alineados con los suyos propios; los que no utilizaran su poder económico para forzar determinadas legislaciones, los que mantengan sus  fuentes de aprovisionamiento locales o bien que su política de usos de la energía sea racional, también quien  pague sus impuestos en el país donde se produce su actividad y no en otro que les ofrece mejores condiciones fiscales.

Esa información no es fácil de encontrar, sobre todo cuando no interesa que sea encontrada; o cuando se tapa detrás de trasnochada comunicación de RSC – Responsabilidad Social Corporativa – que busca confundir; pero ¿cuándo si interesa comunicarlo de verdad? ¿Son conscientes las empresas que cumplen con un código de buenas prácticas que deben comunicarlo?

Ahora es un buen momento para ser pioneros creando canales de comunicación para que esas empresas lleguen a los consumidores, para que esos esfuerzos que suponen hacer las cosas de una determinada manera puedan recibir el premio en forma de consumo consciente, en forma de compradores que prefieren comprar un producto que les hace sentir que están haciendo lo correcto.

Ahora es un buen momento para las empresas con corazón.

El relax de las vacaciones…

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Llega un momento en que la vida en la empresa da paso a unas semanas, dos, tres o cuatro como mucho, de reencuentro con la vida fuera del trabajo… lo llamamos vacaciones y muchas personas pasamos el año pensando en ellas, como paradigma del mejor momento que podemos vivir,   pero seguro que es así?

Esta semana, antes de irme de vacaciones en Agosto he estado revisando todo lo que quiero hacer durante estas vacaciones, son cosas que me gustan, no me cargo de cosas que no me gustan durante vacaciones, pero ya he empezado a ordenar qué hacer y cuando hacerlo, qué libros leer, qué películas ver… a qué dedicar el tiempo libre…  hasta que me he dado cuenta que estaba haciendo lo mismo que hago en mi trabajo!!

Y es que es muy difícil para algunas personas desconectar de verdad, dejar atrás la sensación de tener las cosas organizadas, de tener “obligaciones” que cumplir, y como es difícil cambiar nos ponemos más obligaciones en forma de actividades de verano, con lo que nuestro cerebro nunca deja de procesar obligaciones y más obligaciones…

No sé si este es  vuestro caso, sé que esto es muy personal, pero por si os sirve he decido no hacer nada de eso que tengo planeado a no ser que tenga ganas de hacerlo…

Así que fuera horarios, fuera planes y haré sólo lo que me apetezca cuando me apetezca…

Espero que me funcione porque sinceramente tengo muchas ganas de encontrar esa paz que todos buscamos en vacaciones…

Así que con mis planes retomaré la escritura en el Hombre de Hojalata en Septiembre, espero que con muchas novedades.

Buenas y tranquilas vacaciones a todos…

 

La comunicación es un todo…

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Leía hace unos días un artículo, no firmado, en el que se hablaba del auge de las empresas que ofrecen montar una web a los pequeños negocios a precios bajísimos, y que sus argumentos de venta pasan por él mítico es que “debes tener una web” y tal como lo venden parece que es que hay que tener una web por tenerla, sin más, como un cartel en la puerta, “porque se tiene que tener”.

He estado pensando lo difícil que resulta para las pequeñas empresas entender lo que supone la presencia comunicativa global, y más en internet, y cómo a veces guiados con más buena o mala fe llegan a la conclusión de que deben tener una página web, o realizar una determinada campaña,  y ahí que van.

También es cierto que esa miopía ha afectado y afecta a empresas más grandes que durante mucho tiempo han pensado igual, la presencia digital, ya sea en internet o en las redes sociales se tiene porque se debe tener. Además al hacerlo separan claramente el concepto de comunicación online que se hace para ocupar un lugar, para tener una presencia pero sin mucho esfuerzo y la offline, la seria, la de siempre, y en cada uno de los dos mundos dan una imagen totalmente diferente.

La comunicación y la imagen que queremos transmitir es sólo una, y es una que se debe adaptar al canal a través del cual se envía, pero el mensaje debe ser siempre coherente.

No sólo eso, no hay ninguna obligación de cubrir todos los canales, una empresa grande puede decidir hacerlo, pero una pequeña debe elegir aquellos que le acercan más a sus clientes.

Por lo tanto una vez más apelamos a la coherencia para ver que en comunicación no hay nada que se deba hacer, hay acciones que son más útiles y otras que lo son menos,  y en función del presupuesto con el que contemos deberemos elegir qué nos ayuda más a trasladar nuestra imagen al público objetivo.

¿Una web es necesaria?  Pues depende ¿lo es el cartel anunciador de la puerta? En función del negocio que tengamos el cartel de la puerta es básico, por ejemplo si es un negocio en el que se atiende al público, o no lo es si no queremos que se sepa qué hacemos allá.

Y ¿de qué dependerá? Si descartamos tener un presupuesto infinito (porque nadie lo tiene por grande que sea) tendremos que elegir en qué lo gastamos, así que la decisión dependerá, entre otras muchas cosas, del tipo de negocio. Si mi empresa tiene  una marca que vende productos o servicios al público será muy interesante tener respaldado ese producto o servicio con una presencia web seria que sirva de refuerzo a la decisión de compra que se plantea el consumidor. Si por el contrario mi negocio es algo más orientado a la venta a empresa, quizás esa inversión sea mejor dedicarla a montar un evento técnico al que puedan acudir todos mis posibles clientes y vean in situ el funcionamiento de mi producto.

Existen infinitas combinaciones de acciones tanto en la red como fuera de ella, de pago y gratuitas que pueden servir a una empresa para llegar a  su público y como decía la coherencia es lo que nos debe guiar a buscar una buena opción para nuestro negocio, y también la posibilidad de trabajar con alguien que nos asesore, de verdad, y que no intente vender un producto “porque se debe tener”.

Además debemos recordar que lo importante es qué decimos y no solamente a través de donde lo decimos, y que eso que expliquemos debe ser verdadero. No hace mucho leí en twitter  que @RoyGrillo decía “No puedes comunicar bien lo que estás haciendo mal. Primero hay que hacer las cosas bien y después contarlas, no al revés.” No puedo estar más de acuerdo.