Publicidad y emprendimiento…

 

sonrisasProfesionalmente me dedico al marketing y la comunicación, así que la publicidad es uno de los temas en los que he trabajado.

No hace demasiado he empezado un negocio propio y escribo otro blog en la página web que tengo para esa empresa. Hace unos meses, escribí un post sobre las campañas de publicidad que se hacen por causas solidarias, algunas muy exitosas, para tratar de explicar que la publicidad no sólo sirve para vender cosas, sino que a veces vende ideas muy potentes aportando valor a la sociedad.

Por si queréis leerlo el post es Sólo vendéis cosas.

Cuando escribí el post me quedé bastante satisfecho, pero después de unos meses trabajando me ha quedado un cierto sabor agrio, ya que entre líneas del post parecía que se leía que la publicidad sólo era positiva si no vendía cosas y realmente eso no es así.

En mi nueva ocupación, tengo la suerte de haber comprobado situaciones que desmienten ese argumento con fuerza. En mi trabajo, colaboro sobre todo con emprendedores, con personas que ponen toda su ilusión en su nuevo proyecto, y su intención en muchos casos es poder vivir de aquello que más les gusta y que saben hacer mejor. Pero para que puedan llegar a eso necesitan vender, y muchas veces vender cosas, SUS cosas.

El trabajar con ellos me ha dado un nuevo punto de vista sobre lo importante que es la publicidad, sea del tipo que sea, para que esas personas que hacen jabón o pasteles, puedan conseguir vivir de su sueño.

No hace demasiado en este mismo blog escribí sobre el hecho de que las empresas deben ganar dinero en esta entrada Las empresas tienen que ganar dinero  y es un tema que me ha venido también a la cabeza a raíz de ese post de la publicidad, ya que como explico en el blog el hecho de ganar dinero también se puede percibir como negativo en según que entornos.

Está claro que las personas con las que colaboro van a tener que vender, hacer publicidad y ganar dinero para vivir de aquello que les ilusiona; van a conseguir aportar valor a sus clientes y a la sociedad y eso va a ser un fin social en si mismo aunque el objetivo de su ventas y su publicidad no sea directamente un objetivo solidario.

En este caso, y en muchos otros, en empresas más grandes, debemos quitarnos la sensación de que la venta, el dinero o la publicidad son negativas; si están relacionadas con empresas con corazón, que funcionan con coherencia son actividades totalmente positivas.

 

¿Ayudas para emprender? la fábrica de ilusiones

formacion-iconoCreo que vivimos un momento muy interesante si se sabe aprovechar, tenemos a nuestra disposición gran cantidad de maneras de conseguir formación para conseguir emprender con ciertas garantías.

La gran mayoría de administraciones ofrecen centenares de cursos, literalmente, donde se puede aprender todo lo necesario para abrir un nuevo negocio; y que además son gratuitos.

He podido asistir a algunos de ellos, ya sean más técnicos, o sea de habilidades más concretas, como por ejemplo el uso de una determinada aplicación informática y también a otros más genéricos en los que se aprenden herramientas o habilidades útiles para   validarnos nosotros como posibles emprendedores o bien validar nuestro proyecto.

Existen muchas críticas a esos cursos, que los tratan de fábricas de ilusiones rotas y pese a que nada es perfecto, yo encuentro en ellos cosas bastante positivas.

Para empezar, me ha gustado que mucho de lo que se enseña está en línea con el concepto de las empresas con corazón. En cuanto a modelos de negocio se explica que se puede emprender desde la base de la cooperación, o bien con negocios con fines sociales, y negocios más estándar pero detrás de los cuales debe haber un alma, lo que nosotros diríamos corazón. Es sorprendente encontrarse con eso ya que hace años parecía que sólo la parte financiera del negocio era la que lo validaba; desde mi punto de vista estamos iniciando una fase positiva en la que la creación de proyectos tiene una buena base.

Además, a parte del puro modelo de negocio, como apuntaba antes, también se enseñan una serie de habilidades muy dirigidas a que no sólo el objetivo de la organización tenga corazón sino que las personas, que son el centro de su propio emprendimiento también lo tengan; habilidades relacionales, de empatía, creativas, etc… y no sólo eso sino también motivación para poner en valor esas habilidades blandas que todos poseemos y que no valoramos.

Creo que gestionar el emprendimiento desde esos valores supone un acercamiento moderno al mundo de la empresa; eso si, no podemos considerar que eso sea una garantía de éxito para los proyectos, y desde ahí es de donde he visto llover las críticas diciendo que esos cursos generan personas con grandes ilusiones que se verán truncadas ya que una gran parte de los proyectos no funcionará, lo cual a nivel estadístico es totalmente cierto.

Gran parte de los proyectos de personas que participan en esos cursos tendrán una vida corta, quizás ni siquiera lleguen a la vida, pero habrá otros que si, y esos generarán trabajo, mejorarán el tejido empresarial y probablemente hagan crecer como personas a esos emprendedores.

¿Y los que no consigan su objetivo? Ciertamente sufrirán una desilusión, es posible que pierdan dinero y seguro que será algo que recuerden con pena y rabia, pero por contra sabrán que lo han intentado, algunos volverán a una búsqueda de trabajo estándar ( que tampoco es algo ilusionante en los tiempos que corren) y otros volverán a emprender, con un aprendizaje a sus espaldas que les dará una gran ventaja, que quiero pensar que les puede llevar a tener finalmente una empresa con alma, o con corazón.

La obsolescencia de la obsolescencia programada

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Ya hace años que se conoce el uso por parte de conocidas empresas de la llamada obsolescencia programada, el crear productos sabiendo que en un par de años serán obsoletos y se deberán substituir; sobretodo se ha utilizado en el mundo de la tecnología, pero no sólo en ese ámbito.

Durante mucho tiempo los usuarios nos hemos tenido que enfrentar a la situación por la cual un producto se estropeaba o la empresa que lo había creado sacaba un nuevo sistema, un nuevo software, etc que dejaba absolutamente inutilizaban nuestro producto actual, de hecho la obsolescencia programada ha sido muy relevante para muchas empresas en su manera de generar nuevos productos.

Está claro que es un comportamiento muy poco ético, y que aunque muchos de esos comportamientos han podido ser justificados por las empresas como debidos a la mejora continua de la tecnología, no todas las empresas tecnológicas fabrican productos que pasan por ese programa, así que como consumidores conscientes podemos por elegir quienes no la practican.

Pero yendo más allá, ¿es obsoleta la obsolescencia programada? es decir ¿es aún una política que puede generar beneficios a una empresa?

A  mi me parece que cada vez más es una manera de crear productos que está abocada a la desaparición, lamentablemente no porque las empresas sean más éticas por las siguientes razones, que se resumen en que la obsolescencia programada ya no es un buen negocio.

Esa práctica tuvo su gran auge en un mundo en crecimiento permanente con países ricos cada vez más ricos y países no tan ricos aspirando a las comodidades de los que si lo eran. Esta situación mundial que propiciaba un consumo desaforado, que generaba muchos consumidores deseando tener sólo el último modelo y que permitía que la vida útil de los aparatos fuera muy corta casi ha  desaparecido; la riqueza disponible ha bajado y las clases medias que sustentaban ese consumo se han reducido drásticamente en muchos países.

También es una razón muy importante el aumento de consciencia de los consumidores  (que hemos comentado antes en  la entrada Consumo consciente ¿cómo llegar al cosumidor? ) que voluntariamente deciden no apoyar con la compra de productos a esas empresas y que buscan opciones más alineadas con sus valores.

Y no sólo por consciencia, sino también por simple lógica, ha habido consumidores que han decidido que comprar un producto, normalmente de gran valor, que vaya a durar  tan poco tiempo carece de sentido así que el consumo ha cambiado a buscar productos que puede durar más tiempo; incluso con productos como los teléfonos móviles, exponente de la tecnología se ha pasado de cambiar de móvil casi cada año a mantener el mismo aparato durante bastante tiempo, y que esos aparatos sigan teniendo cobertura por parte del fabricante.

En cierta manera existe una corriente, pequeña, pero creo que fuerte que busca el retorno de los productos buenos y duraderos que existían hace años, productos en los que los consumidores confiaban y que estaban creados para durar y ser útiles durante mucho tiempo. Fabricar estos productos puede ser una actividad muy interesante para una empresa con corazón.

¿Cómo diseñamos productos? La orientación estratégica de la empresa.

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Históricamente se distinguen varios periodos económicos en los cuales la orientación estratégica de las empresas ha sido radicalmente diferente.

En origen, desde el mediados del siglo XIX hasta la primera guerra mundial en Europa y los años 20 en Estados Unidos, las empresas son capaces de vender absolutamente todo lo que producen; la demanda es muy superior a la capacidad de producción con lo cual su orientación está fijada en mejorar la capacidad de producción y rebajar costes, y no en qué producir, cómo es el producto que comercializan no es relevante.

En una segunda etapa, tras la segunda guerra mundial, estas empresas deben mejorar los productos, el nivel de demanda ya no es capaz de asumir absolutamente todo y el concepto de calidad – que parecía perdido – vuelve a aparecer para diferenciar los productos frente al consumidor, que elegirá el de mayor calidad, teniendo en cuenta su capacidad económica. En este caso se considera que las empresas están orientadas al producto y su diseño empieza a cobrar importancia, aunque se hace en función de las necesidades y capacidades de la propia empresa.

Más adelante, el incremento de la capacidad productiva supone que las empresas deban competir cada vez de una manera más agresiva entre ellas, lo que supone que se utilicen las promociones y la presión en la venta para conseguir llegar al consumidor. En esta etapa las empresas están orientadas a la venta y el producto sigue siendo diseñado en función de las necesidades de quien lo produce.

La última etapa que se considera en la historia económica es la de las empresas orientadas hacia el mercado, en este caso se cambia el cortoplacismo de las ventas por el medio o largo plazo representado por el conocimiento del consumidor y por la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades; con lo que los productos se diseñan pensando en satisfacer al consumidor que se convierte en el eje de la empresa.

Actualmente nos encontramos en un momento cumbre de esta última etapa; debido a la introducción masiva de tecnología dentro del mundo del marketing el conocimiento que las empresas pueden tener sobre los consumidores ha crecido de una manera exponencial, lo que permite conocerlos casi de una manera personal.

Entonces, ¿cómo se diseña un producto hoy en día?

Creo que este momento de “súper” conocimiento del consumidor nos ha llevado a dos escenarios muy diferentes. El de las grandes empresas de productos de producción masiva y el de las pequeñas que compiten en una “liga” totalmente diferente.

En el caso de las grandes empresas han adaptado totalmente sus estructuras para poder producir productos que se acercan mucho a las necesidades de los clientes; sus departamentos de marketing buscan continuamente las motivaciones de consumo que tiene el público para optimizar sus productos en función de gustos, modas o nuevas necesidades del mercado. Es un proceso casi científico que intenta conseguir la máxima aceptación de dicho producto.

La otra cara de la moneda es la que ha permitido que las pequeñas empresas se especialicen en productos o servicios muy dirigidos a una parte pequeña del público – lo que llamamos “la larga cola” – lo que hace que sus productos puedan ser muy especializados en esos pequeños nichos. Además este tipo de orientación permite que se cuide mucho la calidad ya que al dirigirse de manera muy clara a un grupo de consumidores que reciben el producto como algo especialmente creado para ellos están dispuestos a pagar más por ese producto.

Este tipo de orientación al mercado, que en cierta manera empieza a prever cómo será el futuro del marketing, afecta a todo tipo de productos, ya sean culturales como la música o los libros, de alimentación, representado en el boom de la comercialización de productos ecológicos directamente del productor o incluso con la moda que abre la puerta a productos más minoritarios de producción casi artesana que son capaces de buscar su mercado.

En cierta manera el mundo se ha polarizado en esos dos ámbitos, o producción masiva “científicamente” diseñada para cubrir necesidades claras del mercado, bien producción mucho más pequeña, especializada y dirigida a un público específico más conectado con lo emocional del producto.

Está claro que tanto un tipo de empresa como la otra pueden encontrar su corazón – si lo buscan – pero en el país en el que vivimos, donde las pequeñas empresas son más de 90% del tejido empresarial seria muy necesario ver si sus negocios cumplen con ese corazón y si llegan a su público emocionándolo, ya que esa será su manera de sobrevivir.

Más allá de la política…

imatge_politicaEstos últimos meses han sido especialmente relevantes en la vida política en este país; durante el último año y medio se ha celebrado un ciclo electoral completo, desde elecciones municipales hasta europeas; así hemos vivido de campaña en campaña, pudiendo ver de cerca cómo funciona la comunicación de la política y en mi caso reflexionando sobre si existe la posibilidad de la política con corazón.

Durante estos meses hemos visto como los diferentes grupos políticos intentan llegar a quien ellos creen que son sus públicos objetivos, para ello utilizan sistemas muy parecidos a los que utilizan las empresas – en muchos casos incluso más sofisticados – con lo que las campañas electorales son enormes campañas de marketing y de comunicación dirigidas a vender su producto, en forma de programa en el mejor de los casos o en forma de candidato en el más común.

No podemos olvidar que un partido político es una organización de personas, es muy parecido a cualquier otra organización, igual que una empresa, así que también podemos medirlos en base a gestión coherente y búsqueda de un corazón.

¿Pero realmente creemos que los partidos se plantean esa búsqueda de un corazón?

Si lo analizamos desde sus bases, todos los partidos políticos tienen un perfil muy marcado, responden a una misión, visión y valores que están muy asumidos no sólo por militantes sino también por votantes; es relativamente fácil reconocerse como posible seguidor de un partido.

Así si tenemos claro que la base estaría bien asentada, y que existe un contenido de valores compartido por la organización, deberíamos mirar si el producto – entendamos producto otra vez como candidato o como programa – sigue esos valores. Según mi opinión realmente esto es así, tanto los candidatos como los programas suelen seguir los valores del propio partido, de hecho no tendría sentido que no fuera de esta manera, no se entendería por su público.

¿Entonces, dónde se tuercen las cosas?

Hay dos puntos importantes dónde las cosas dejan de seguir un esquema coherente para moverse de sus postulados originales con mucha facilidad.

El primero de esos puntos es la comunicación; cuando ésta se vuelve el centro del partido, o sea en plena campaña, hay quienes pueden dejar de lado, sin ningún tipo de rubor, su programa o sus valores para conseguir más votantes.

Pero el segundo punto es el más grave y es el que produce que los partidos, en mayor o menor medida, carezcan de ese sentido de búsqueda del corazón; y es el que se produce a través de su acción de gobierno, caso de ganar unas elecciones. Es difícil, muy difícil encontrar un partido en España que haya sido capaz de mantener su programa en un momento de gobierno, de hecho lo más habitual es romper algunas promesas electorales, con casos flagrantes que incluyen no cumplir prácticamente nada de lo prometido.

Sin entrar en casos aún más dramáticos como los que provoca la corrupción, bastante generalizada, y siguiendo con el análisis similar al que haríamos de una empresa, podemos decir que lo que han hecho los partidos políticos es crear un producto, anunciarlo y una vez vendido entregar una cosa totalmente diferente y hacerlo sin ningún tipo de rubor.

Creo que para que la actividad política llegue a tener en algún momento algo cercano al corazón se deben producir dos cosas:

-Que los compradores, nosotros, no nos dejemos entregar algo que no hemos comprado. Si nos damos cuenta de eso y lo hacemos de manera consciente, ese caso de reafirmación nos llevará a la segunda.

-Que los partidos vean que si venden algo deben entregar eso, ni más ni menos.

Como cuando hablábamos del poder de la compra consciente, con la cual se recupera poder arrebatado por grandes corporaciones, el voto consciente puede recuperar poder político y hacer que los partidos tengan que girar su actuación y acercarse a la gestión coherente y a su corazón.

los partidos tengan que girar su actuación y acercarse a la gestión coherente y a su corazón.

El secreto del éxito

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La semana pasada pude pasar tiempo con una persona que ha conseguido un gran éxito en su vida; tanto en los negocios como en el aspecto personal su manera de hacer las cosas le ha deparado una vida interesante y con un gran valor para personas cercanas y más lejanas. ¿Cuál es el secreto?

El secreto está formado, en mi opinión, por varios factores que sumados generan un potente motor personal.

El primero de ellos está basado en la capacidad de generar ideas sin prejuicios; la persona de la que hablo tuvo una idea durante un viaje que cualquier otro hubiera descartado, pero él consideró que su idea podría tener forma y tras el viaje decidió darle esa forma. El producto que invento – que no es relevante – era algo único surgido de la mezcla entre varios conceptos que por separado funcionaban; nuestro protagonista apostó por su idea…

El segundo factor es el sacrificio. Nuestro protagonista tardó algo más de lo que pensaba en conseguir  un primer prototipo de su idea, en concreto tres años… un prototipo que nadie quiso comprar.  Necesitó cinco años más para mejorarlo y conseguir fundar una empresa que pudiera fabricarlo. Sacrificó parte de su vida familiar, una posible exitosa carrera profesional y dedicó esos años a su idea…

El tercer factor es la autenticidad, que demostró desde un principio decidiendo que su producto debía tener una calidad y una garantía sin parangón; debía satisfacer al 100% de sus clientes, entregando el valor que esperaban del producto y siendo totalmente transparente…

El cuarto factor es la humildad,  ya que tras esos ocho años su empresa empezó a crecer como la espuma y en 10 años más era líder de un mercado que él mismo había creado, con una facturación de muchos millones de dólares y con más de 200 trabajadores, que en la actualidad son más del doble; también vende en más de 70 países y para muchas personas es un icono. Aún así, ahora ya con 67 años  es una persona humilde, cercana a sus  trabajadores, a sus clientes, etc. Es alguien que sabe transmitir sin atisbo de soberbia su historia y quien reconoce que es feliz sabiendo que su producto ha hecho feliz a  muchas personas. Ya lo dijo otro grande de los negocios Richard Branson– muy diferente de nuestro protagonista en casi todo – “Un negocio no es más que una idea para hacer mejor la vida de otras personas”.

En cierta manera, su empresa cumple con todos los preceptos que exige ser una empresa con corazón. La empresa tiene valores muy fuertes que respeta siempre; también tiene empleados contentos, muy contentos, que además de su trabajo canalizan sus necesidades de vinculación con la comunidad a través de un programa de ayuda social de la propia empresa. Viven su trabajo como equipo, y son muy conscientes de que su éxito depende de ser parte de ese equipo. Fabrican  un producto que claramente sirve a la misión y visión de la empresa y son capaces de transmitir esos valores en su comunicación e incluso en su producto, con ello cierran el esquema de la gestión coherente.

Me siento muy orgulloso de haber podido conocerle, y me encantaría que muchas empresas pudieran seguir el ejemplo de la suya, que claramente es una empresa  con corazón.

 

 

Cuando no existía el miedo..

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A veces recuerdo que hubo una época en la que no tenía miedo a nada, ni a lo que decía, ni a lo que hacía…cada día era nuevo y permitía que cualquier idea por absurda que sonase pudiera llevarse a la práctica, o por lo menos quedar en un intento…eso pasaba cuando era niño….

En algún momento entre esos días y el que hoy vivimos pasó algo, que no sabría explicar, que hizo que me convirtiera en una persona  seria y formal, con responsabilidades, entre ellas un trabajo también serio y formal…

…y resulta que lo que hago en ese trabajo, yo creo que  bastante bien, tiene mucho que ver  con tomar riesgos, con ser creativo, con la originalidad y la capacidad de ir muy lejos con el pensamiento para intentar seguir ese pensamiento con  acciones,  pero aquello que un día fue mi estado natural hoy supone esfuerzo, estrés, incluso miedo…

¿En que momento aquello que había sido simple y fácil pasó a ser difícil y estresante?

No soy capaz de ver una sola causa por la que puede ocurrir que la naturalidad de los niños se pierda en los adultos, quizás hay una parte en la educación en la que priman principios como que hay que trabajar duro, o que algo valioso debe costar esfuerzo, seguro que también el peso de las responsabilidades que nos imponen o nos imponemos, pagar coche, casa… hasta tener hijos propios que sean capaces de vivir eso de lo que no somos capaces; pero deberíamos saber cómo  conectar con ese niño cada vez que necesitamos creatividad, valentía, arrojo…

Hoy en día para diferenciarnos en muchos puestos de trabajo, para hacer las cosas de una manera diferente, mejorar procesos y en definitiva ser capaces de aportar todo nuestro potencial a la empresa en la que trabajamos (incluso si es nuestra empresa…) debemos ser capaces de dejar atrás nuestros miedos, sobretodo el miedo al fracaso. Creo que  el secreto está en la conexión con ese niño que fuimos, con la ganas de probar cosas nuevas, de experimentar, de explorar…

También creo que para que podamos hacer eso hace falta estar en una organización que nos lo permita, donde no esté penalizado el probar mejoras, el innovar, y eso no siempre pasa. En cierta manera tengo la sensación de que se trata de un caso en el que “la pescadilla se muerde la cola”; muchos empresarios no quieren abrir la mano porque temen que la cosa no funcione y provoque pérdidas y muchos trabajadores no hacen las cosas de manera diferente a la habitual porque si se equivocan saldrán perjudicados.

¿Cómo romper ese círculo?

Es difícil de decir y dependerá de cada empresa, hay multitud de ellas que lo han hecho ya sea conscientemente con sistemas muy probados, como grupos de mejora que buscan la innovación de procesos por parte de los trabajadores en “entornos seguros”, o en otros casos de una manera más inconsciente  ya que  debido a la situación económica actual la innovación y la pérdida del miedo ha sido la única vía para salvar la empresa.

Está claro que cualquier organización que permita que reencontremos el espíritu indomable de la niñez, siempre de manera controlada, se estará haciendo un favor y nos lo estará haciendo a nosotros, porque cuando éramos niños estábamos más cerca de nuestro corazón.

¿Y si el crecimiento perpetuo no es la mejor opción?

Crecimiento

Aceptamos como algo totalmente asentado que vivimos en un mundo en el que la única opción estratégica de una empresa es crecer año tras año; y si bien es cierto que es una estrategia totalmente válida para aumentar beneficios, no sólo por la mejora de las ventas si no por la reducción del coste marginal que se produce al aumentar la producción, no creo que sea realmente la única opción.

Está claro que esta opción estratégica surgió en un momento en el cual la mejor manera de mejorar coste marginal, y por lo tanto el margen, era crecer año a año y ser cuanto más grande mejor estableciendo una barrera de entrada infranqueable a nuestra competencia.

Es posible que eso siga siendo válido así en algunos tipos de empresas, no soy economista y se me escapa, pero ¿en el resto?

Hasta ahora cuando hablamos de estrategia de empresa  en el Hombre de Hojalata estamos hablando de empresas en las que hay dos pilares muy importantes la atención al producto o servicio ofrecido y la atención al cliente; en este tipo de empresas su diferenciación básica, su ventaja competitiva está ahí y no en una mejora de costes, son empresas que gracias a su producto o a su atención no viven continuamente atadas a los precios, entonces para estas empresas ¿existe otra vía?

La idea que me pasa por la cabeza es que debe existir otra vía ya que el crecimiento sin fin no es sostenible ni tan sólo razonable.  El crecimiento viene dado en muchos aspectos por la definición financiera del concepto inversión; así una persona invierte en una empresa para obtener un beneficio, ¿cuánto? Por lo menos más del que obtendría por tener el mismo dinero en un banco, con lo cual el objetivo es rentabilizar al máximo dicha inversión.  Pero ¿tiene lógica entender una empresa sólo como una inversión financiera? Probablemente con los valores económicos con los que jugamos actualmente sí, pero según los modelos de comportamiento empresarial que suelo comentar en el blog, no necesariamente.

Si entendemos una empresa como un proyecto que va más allá de una inversión, un proyecto hecho desde los valores podemos entender que existan empresas  que defiendan su posición siendo líder en su producto, ya sea a nivel tecnológico, de calidad, de atención al público, estas empresas no necesitan el crecimiento como forma de protección ya que su manera de hacer negocio ya les protege. Desde esa  posición, estas empresas pueden permitirse un crecimiento consecuente con sus necesidades, que pueden ser compensar la inflación para poder mejorar sueldos, poder hacer las inversiones necesarias, o bien hacer frente a ciclos económicos más duros, pero no debería seguir el crecimiento sin fin como plan estratégico a largo plazo.

¿Y cómo sería esa empresa? Yo creo que en el momento en el que el crecimiento deje de ser el objetivo principal, la organización podrá centrarse en su misión y visión de una manera más clara, con lo cual aún protegerá más su posición y se convertiría en una empresa más rentable.

Y si lo vemos desde la perspectiva de los trabajadores de esas organizaciones, creo que salir de un modelo basado en el miedo a perder el trabajo en el momento en el que el crecimiento no sea continuado en el tiempo, mejorará la seguridad de estos trabajadores con el resultado de  incrementos en la creatividad, ganas de trabajar  e ilusión en los proyectos, con lo cual se producirá una mejora en la productividad para la empresa y  en general del nivel de satisfacción de los trabajadores.

Cambiar la orientación estratégica no es siempre posible, ni es una panacea, hay infinidad de cosas que pueden afectar a las organizaciones, pero para mí es factible que haya empresas que encuentren su sitio en el mercado fuera del modelo establecido , y por supuesto también su corazón.

 

 

 

Cuando hablo de coherencia…

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Una posible definición de la coherencia es la siguiente…

Relación lógica entre dos cosas o entre las partes o elementos de algo de modo que no se produce contradicción ni oposición entre ellas.

Cuando me puse a escribir el blog, al empezar con los  primeros textos tenía claro qué quería explicar, pero no existía una línea que uniera todo, de manera de que lo que eran pensamientos separados, siempre relacionados con la empresa, se convirtieran en una manera global de ver la empresa.

Esa línea que podía unir los puntos, la descubrí un  poco más tarde; al seguir escribiendo más entradas del blog el concepto que me permitía hilar el discurso era  la coherencia.

Es más, no sólo empezó a tener la importancia de ser el nexo que aglutinaba las ideas para un texto sino que también pasó  a ser un concepto aplicable a todos los aspectos de la vida, así que empecé a valorar las cosas a través del prisma que aporta la coherencia.

A veces en nuestra vida privada hacemos cosas simplemente siguiendo la corriente; puede ser interesante hacer el ejercicio de parar y plantearse si eso que hacemos es coherente con lo que creemos; eso afecta a hábitos de consumo (¿
de verdad vamos a comparar esa marca?) de alimentación (¿eso es lo que realmente queremos comer?) o de entretenimiento. Para mi ese momento en el que paramos marca la diferencia y nos hace sentir más satisfechos con nosotros mismos.

Volviendo a la definición me quedo con el aspecto en el que la coherencia lleva a que no exista oposición y contradicción en las cosas; quizás esa parte es la que hace que el concepto coherencia sea tan potente, si somos coherentes no entramos en contradicciones, y son esas contradicciones las que a muchos nos generan un conflicto, que se puede resolver sólo por aplicar dicha coherencia.

También me he fijado que la aplicación de la coherencia está muy vinculada a la disciplina, de hecho ser coherente en cualquier campo requiere una disciplina, no funciona si sólo somos “un poco coherentes”.

La disciplina de la coherencia implica no hacer cosas que vayan en contra de nuestros principios, ya sean personales o profesionales, implica hacer esa parada que comentaba antes y seguir lo que nos indica nuestra intuición, lo que en cierta manera es navegar con el viento a favor.

Como comentaba antes, es algo aplicable en todos los ámbitos de la vida; en el caso de la empresa el concepto de coherencia  tiene mucho que ver con lo que ya expliqué en mi entrada sobre gestión con coherencia, a partir de esa entrada he ido evolucionando el concepto y para poder aplicarlo cuando trabajo, utilizo una idea propia, el Eje de la coherencia, algo muy sencillo que sigue los pasos lógicos para poder trabajar con una empresa desde lo más alto de la propuesta estratégica hasta la función del día a día siguiendo los mimos valores.

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 Igual que en la vida diaria sólo se trata de seguir esos pasos haciendo paradas para ser capaces de ver si eso que pensamos es coherente con lo que creemos. Ser coherentes creo que nos ayuda a cercarnos a nuestro corazón así como ayuda a la empresa en su búsqueda de un corazón propio.

 

Educación y trabajo

educacion_trabajo En mi última entrada comentaba algunas carencias que veo en el sistema de organización de muchas de nuestras empresas para poder aprovechar el potencial de sus trabajadores; personas que en cierta manera han trascendido el sistema cerrado basado en tiempo/ubicación que prima en occidente.

 Este sistema de trabajo fundamentado en la dedicación de un tiempo en una ubicación concreta proviene de la revolución industrial; antes de existir el trabajo organizado los profesionales, los artesanos, incluso los campesinos se organizaban en función de las necesidades de su trabajo y no con un horario fijo.

Cuando en esa época las grandes fábricas que nacían en muchos países de Europa empezaron  necesitar mano de obra, esta provenía básicamente del campo y para formar a esa mano de obra con un mínimo de conocimientos que les permitieran desarrollar ese trabajo surgieron los sistemas formativos en muchos países y la educación, patrimonio antes de las clases altas se universalizó; y ¿cómo se hizo?…según los mismos principios de las fábricas, en serie…

Igual que se seguía un proceso fijo para que un coche saliera por la puerta de una fábrica después de una serie de operaciones que transformaban los diferentes materiales para que se convirtieran en ese coche, la escuela se creó para recibir la materia prima, niños, y que al finalizar el proceso obtuviéramos trabajadores cualificados, para los que tener un trabajo fijo y poder alimentar con seguridad a una familia era su máxima aspiración. Así la escuela empieza a formar una fuerza de trabajo no sólo capaz, sino también aleccionada.

Y me diréis, ¿qué tiene que ver eso con nuestras organizaciones modernas? ¿Nuestros planes de estudios y leyes de educación, a cual más moderna, cambiadas cada legislatura? Para mí lo tiene que ver todo.

Yo recuerdo mi época en el colegio como bastante feliz, no tengo queja del trato, ni lo recuerdo con dureza; pero tengo claro que salí del colegio (y más tarde de la universidad) pensando que mi máxima aspiración era conseguir un buen trabajo y comprar una casa… y en este punto no es tan diferente de lo que esperaba de la vida alguien salido del sistema educativo de hace algo más de un siglo.

Creo que hasta no hace demasiado nuestra sociedad ha girado con esa rueda gigante de generar trabajadores para las fabricas de productos que esos mismos trabajadores y otros igual que ellos consumirán. Es la base del sistema, así que mientras el sistema ha continuado igual, la necesidad de personas aleccionadas ha sido la misma. Es cierto que ese sistema, esa rueda, ha parado en algunos momentos históricos para alguna generación y en algún lugar del mundo, son momentos de revolución (los años 60 en la costa oeste de Estados Unidos, por ejemplo) en los que un cambio general parece posible, pero el sistema vuelve a engullir a los revolucionarios que acaban trabajando en una multinacional y recordando sus años de lucha como una anécdota.

Es posible que el cambio de verdad no sea tan revolucionario, pero que sea más profundo. Ese cambio creo que vendrá amparado por dos condicionantes básicos:

  • La evolución en la educación en la que se empieza a dar protagonismo real a las emociones. Es cierto que no es la tendencia dominante pero cada vez se crean escuelas con patrones diferentes a los que hemos conocido hasta ahora, ya sean escuelas activas o escuelas libres, en los que los sistemas de aprendizaje priman el desarrollo de la persona y no el aleccionamiento. Son escuelas que buscan personas que puedan pensar por sí mismas, y que lo hagan desde unos valores
  • La tecnología, que hoy en día nos permite comunicarnos con cualquier parte del mundo, aprender  y compartir; y por otro lado nos da la posibilidad de crear. Nos permite  no depender de una gran inversión para ser capaces de fabricar.

Estos dos condicionantes, con el tiempo, van a generar personas capaces de pensar y con las herramientas para construir una realidad diferente, una generación que podrá elegir no depender del sistema establecido, no estarán obligados a cumplir con un horario y una ubicación, no creerán que el estado y la gran empresa deban darles trabajo y casa, se sabrán capaces de trabajar y desarrollarse. Una generación que podrá decidir cambiar el mundo y hacerlo para siempre.

Volviendo de nuevo a la última entrada,  y dejando de lado este futuro, utópico o no, que os comento. ¿No os suena haber conocido a personas así hoy en día?  Creo que cada vez son más las personas que ya cuentan con los recursos para independizarse del sistema.  Como decía antes no se trata de una revolución, es el mundo que cambia delante de nosotros y ese cambio espero que lleve a que las organizaciones lideradas y pobladas por esta nueva generación estén mucho más cerca de encontrar su corazón.