¿La forma sobre el fondo?

traje verde

Durante muchos años he sentido que la forma primaba sobre el fondo  en el mundo de la empresa; la imagen que se quería vender tenía más importancia  que el trabajo que se realizaba.

En parte este trabajo de generar esa imagen ha dependido del departamento de marketing, responsable del branding, o también del de comunicación; entre ambos se encargaban de la imagen de la empresa en la publicidad, en los medios o a través de los embalajes de sus productos.

También durante mucho tiempo ese cuidado de la imagen de la empresa llegaba al aspecto de los trabajadores; y por supuesto no sólo a aquellos que por su trabajo deben ir uniformados y que además ese uniforme les ayuda a distinguirse, sino también se trataba la vestimenta del trabajador de oficina como un uniforme, con los trajes sastre tanto para hombres o mujeres y la consabida corbata en los hombres y los zapatos de tacón en las mujeres.

Bajo la voluntad de querer homogeneizar la imagen de la compañía  incluso en algunas de ellas se ha cuidado el tipo de trajes y corbatas o zapatos que podían llevar sus empleados, así es muy difícil ver a consultores, abogados o financieros con trajes que nos sean azules o grises o con corbatas que vayan mucho más allá de las rayas, topos o lisas.

¿Y qué buscan las empresas con esta homogeneización?

Ciertamente es importante la imagen que dé un miembro de la organización cuando debe atender al público, pero no es menos cierto que lo realmente importante, el fondo de la cuestión, es que la imagen más importante que se quedará el cliente es la de la atención recibida (el fondo) y no la del aspecto de la persona (la forma) que le ha dado dicha atención, siempre que mantenga unos mínimos.

¿Y que esperamos como clientes?

También es cierto que quizás como clientes  esperamos una cierta indumentaria cuando contratamos un abogado o un asesor fiscal. Pero quizás siguiendo ese criterio podemos dejar escapar a un gran profesional sólo porque no lo hemos visto con corbata.

¿Y los profesionales que llevamos traje?

Además no debemos olvidar que para algunos profesionales el uso de traje y corbata es un signo externo de rango, de posición social, aunque esto sólo sea ya un convencionalismo; lo cierto es que las personas con la posición profesional más alta en nuestra sociedad, sobretodo en algunos tipos de empresa – y cada vez en más – han desterrado la vestimenta más formal y sólo la usan en determinados actos.

Mi caso personal- que tampoco debe servir más que como anécdota- es que aunque los trajes y las corbatas me encantan, pasé de vestirlo con orgullo en mis primeros trabajos, ya que me daba el aplomo que necesita un  “novato”, a sentirme encorsetado en él las últimas veces  que lo llevé; pero aún así, cuando por requerimientos profesionales dejé de usarlo para pasar  a una vestimenta más “casual”, tuve momentos en los que me sentía fuera de lugar sin llevarlo puesto.

Siguiendo con mi caso estoy convencido de que soy mejor profesional en este momento de mi vida que hace 10 años, aunque sólo sea  por la experiencia adquirida, pero me planteo si el hecho de no vestir traje puede hacer que desde fuera se me pueda juzgar diferente.

Quizás es por eso, y por una conversación mantenida con algunos conocidos no hace mucho sobre el tema que me planteé esta entrada.

Y las conclusiones a las que he llegado es que igual que una empresa no vale  lo que vale su logo, o su edificio,  sino lo que valen sus productos o servicios; de un profesional nos debemos quedar con su trabajo, y aunque acepto la importancia de la imagen que damos,  ya que no tendría sentido trabajar en comunicación si no me importase la imagen, pienso educar mi cerebro para que intente ir más allá y quedarse con el fondo. Al final esa decisión no deja de ser aplicarme el pensamiento coherente que me gusta en las empresas a mí mismo.

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