No es ninguna novedad que hoy en día vaya a extrañar a alguien el hecho más que consumadísimo de que la sociedad funciona de una manera tan rápida que nada es estable; en muy pocos años hemos pasado de un modelo en que las personas vivían toda su vida en el mismo sitio, con la misma persona, y con un solo trabajo a otro en el que lo habitual es que nada sea seguro.
La teoría de la modernidad líquida de Zygmunt Bauman, intenta explicar desde la sociología el funcionamiento moderno de la sociedad y acuña el término líquido para referirse a la maleabilidad de dicha sociedad, para explicar que nada de lo que se construyó desde la segunda guerra mundial hasta ahora, lo que conforma algunos de los cimientos de la sociedad occidental, es sólido ya, ahora es cambiante, por lo tanto es líquido.
Este nuevo paradigma, en muchos casos acelerado por las innovaciones en la tecnología, hace que aumente la libertad de las personas, que existan más opciones de vida donde elegir, pero esta libertad que para unos es positiva a otros les genera miedo.
Además de retratar muchos aspectos sociales como el consumismo Bauman habla de los efectos de la sociedad líquida en el trabajo, ya que éste era una de las fuentes de seguridad de muchas personas (junto al estado), y hoy en día ha pasado a ser todo lo contrario, una de las fuentes de preocupación de la mayoría. Esto se produce porque el cambio de la sociedad ha sido más rápido que el cambio mental de quienes la formamos, con lo que en algunos casos seguimos anclados a estructuras que ya no son seguras.
Fuera de lo puramente sociológico, y entrando en la gestión más práctica dentro de una empresa, alrededor del concepto de la sociedad líquida se han generado modelos de organización que aprovechan los cambios, la adaptabilidad a las nuevas posibilidades que brinda la tecnología para hacer que la función, que el objetivo a conseguir, tenga más peso que la forma.
Las organizaciones líquidas están plenamente centradas en su función, su misión es lo único que da sentido a su existencia. En el caso de una empresa una organización líquida puede ser aquella que cuando recibe un proyecto (su función) cuenta con los profesionales de cada campo (independientes) para concluir de la mejor manera ese proyecto. Al variar ese proyecto también variaran los profesionales que lo deban realizar.
Está claro que es el paradigma de la eficiencia, pero ¿dónde nos coloca a las personas?
Creo que este tipo de organización necesita personas independientes, libres, muy preparadas y muy especializadas, pero sobretodo que se hagan responsables de su propia vida, y eso, la responsabilidad es la base de la excelencia dentro del modelo de sociedad líquida, aquel en que el individualismo hace que cada uno sea responsable de sí mismo y el trabajo en equipo que cada uno de los individuos responsables cree junto a otros algo que aproveche las sinergias de sus conocimientos.
Está claro que el concepto de una organización totalmente líquida es un concepto extremo, difícilmente aplicable al 100% y que además genera rechazo en muchas personas que jamás se plantearían que en lugar de tener un trabajo “fijo” deberán buscar proyectos donde participar o hacerse visibles para que esos proyectos los elijan a ellos.
Y este modelo, ¿cómo encaja en la búsqueda del corazón de las organizaciones?
En todo caso, como decía, los modelos basados en la liquidez al 100%, no son muy aplicables por el momento; pero adaptar nuestra organización para tener una estructura estable y otra líquida para hacerla más flexible y para que cada tipo de trabajador encuentre una opción con la que se sienta cómodo no es descabellado. Si nuestra organización puede tener este tipo de estructura, las personas que trabajen allí encontrarán más fácilmente su sitio, y algunos dentro de la seguridad del trabajo fijo y otros mediante la colaboración del trabajo líquido irán y vendrán entre diferentes organizaciones en función de sus necesidades y de las organizaciones, acercándose a que cada trabajador pueda escoger su modo de relacionarse con la organización, lo que sí que acerca a la propia organización a estar más cerca de su corazón.
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El problema suele estar en la forma de abordar el cambio. Es muy típico el anuncio corporativo en la reunión de resultados anuales que plantea el «empezando el mes que viene somos una organización líquida». Eso está condenando al fracaso, se necesita una planificación de la transformación a medio y largo plazo, entrenamiento, detección de cambios culturales, vamos, un proyecto a gran escala (http://www.glocalthinking.com/el-camino-hacia-el-cambio-hoja-de-ruta-para-transformar-tu-organizacion/) que muy pocas organizaciones están dispuestas a abordar de manera efectiva y provechosa. Simplemente, y como siempre, nos subiremos a la moda y causaremos más problemas de los que solucionaremos.
Muy de acuerdo Alfonso! aunque creo que el movimiento real está en las organizaciones de nuevo cuño, aquellas que ya empezaran su andadura de esta manera, y formadas por personas que creen relamnete que es la forma adecuada de organizarse. Lamentablemente en las existentes se hará ruido comunicativo, pero todo seguirá igual!…Gracias por tu comentario!!
Espero que así sea el futuro de las organizaciones.. cuanto más se fluye mejore energía se genera..
El tema es que no somos muchos los que no tenemos miedo a fluir..
Pero creo que fluiremos lentamente hacia esa organización líquida.. algunos serán un fluido espeso..otros ya estaremos preparados para fluir como el agua..!
Totalmente de acuerdo! aunque debemos ser conscientes que no todo el mundo desea ese tipo de libertad, es cierto que es por miedo, pero ese miedo, totalmente respetable por otra parte, hará que las cosas sean lentas…muy lentas!… Gracias por tu comentario!!