Siguiendo con algo que empezaba a comentar en mi primer post sobre cómo damos cualidades propias de personas a las organizaciones quiero hacer un primer acercamiento a los valores.
Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento y respetarlos es una de las maneras en las que nos realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro.
Fuera de la definición que podamos dar de los valores, hay algo en lo que seguro estaremos de acuerdo, nuestros valores, están muy vinculados con nuestro corazón.
En muchos casos esos valores nos dictan qué hacemos y cómo lo hacemos, y habitualmente esos valores son compartidos por aquellos con quienes nos relacionamos ya que nos sentimos más cómodos, mas en sintonía con lo que hacemos y con quien lo hacemos, cuando nuestros valores son coincidentes.
En el mundo de la empresa se utilizan los valores como uno de los tres elementos diferenciados de la propuesta estratégica de la organización.
La misión habla de qué hacemos, la visión nos cuenta dónde queremos llegar y los valores nos marcan el camino de cómo lo hacemos, o cómo deberemos hacerlo. En este punto la definición de los valores de la empresa no es tan distante de la definición de los valores que tenemos como personas.
Eso sí, dando por hecho que como personas nuestros valores provienen de nuestro interior, ¿de dónde provienen los valores de la empresa?
Uno de los casos más habituales es que los valores provengan del comité de dirección; en una reunión pueden decidir con que valores se identifican más, cuáles creen que representan a su empresa o cuáles les gustaría que su empresa tuviera; a veces este trabajo se puede delegar en un solo miembro de dicho comité; en estos dos casos está claro que la elección de los valores puede estar muy sesgada por los valores propios de sólo una o varias personas dentro de la organización.
Otra posibilidad es que dentro de dicho proceso de gestión de la propuesta estratégica, la empresa cuente con los servicios de un consultor externo, que aplique una metodología a la elección de dichos valores ya sea contando sólo con el comité –una vez más- o bien que amplíe la elección a todos los miembros de la organización, caso en el que los valores serán mucho más representativos de las personas que forman la organización.
En cualquiera de los casos la elección de dichos valores será sólo una foto fija – mejor o peor – de los valores que creemos que tiene nuestra empresa o aquellos queremos que tenga. Y sólo si el proceso de selección ha sido hecho con sumo cuidado representará el sentimiento de los integrantes de la organización, obviamente no será en la misma medida a todos, pero es muy importante que todos se puedan sentir identificados ya que resultará muy difícil que las personas se comporten siguiendo unos valores que no sientan como suyos.
Una vez implementados y comunicados estos valores deben ser capaces de soportar cambios en la organización, y que los nuevos miembros – sea cual sea su posición en el organigrama – los acepten como suyos.
Volviendo a la manera en que los valores “nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro” en nuestra vida personal, deberían funcionar igual en la relación de la empresa con el mercado.
Los valores de los que la organización se ha dotado deben ser líneas rojas que bajo ningún concepto se puedan traspasar, y ahí está la mayor dificultad a la que se enfrentan quienes deciden el rumbo de la organización, porque deben regirse por dichos principios pese a que en ocasiones pueda suponer un conflicto con los valores propios o con posibles intereses a corto plazo de la organización.
Sólo siendo fieles a esos valores estaremos acercando nuestra empresa a su corazón, sabremos comunicarlos, sabremos explicar al mercado quiénes somos y en qué creemos y hacer que nuestros clientes nos conozcan, pero eso es otro paso en nuestra búsqueda…