El secreto del éxito

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La semana pasada pude pasar tiempo con una persona que ha conseguido un gran éxito en su vida; tanto en los negocios como en el aspecto personal su manera de hacer las cosas le ha deparado una vida interesante y con un gran valor para personas cercanas y más lejanas. ¿Cuál es el secreto?

El secreto está formado, en mi opinión, por varios factores que sumados generan un potente motor personal.

El primero de ellos está basado en la capacidad de generar ideas sin prejuicios; la persona de la que hablo tuvo una idea durante un viaje que cualquier otro hubiera descartado, pero él consideró que su idea podría tener forma y tras el viaje decidió darle esa forma. El producto que invento – que no es relevante – era algo único surgido de la mezcla entre varios conceptos que por separado funcionaban; nuestro protagonista apostó por su idea…

El segundo factor es el sacrificio. Nuestro protagonista tardó algo más de lo que pensaba en conseguir  un primer prototipo de su idea, en concreto tres años… un prototipo que nadie quiso comprar.  Necesitó cinco años más para mejorarlo y conseguir fundar una empresa que pudiera fabricarlo. Sacrificó parte de su vida familiar, una posible exitosa carrera profesional y dedicó esos años a su idea…

El tercer factor es la autenticidad, que demostró desde un principio decidiendo que su producto debía tener una calidad y una garantía sin parangón; debía satisfacer al 100% de sus clientes, entregando el valor que esperaban del producto y siendo totalmente transparente…

El cuarto factor es la humildad,  ya que tras esos ocho años su empresa empezó a crecer como la espuma y en 10 años más era líder de un mercado que él mismo había creado, con una facturación de muchos millones de dólares y con más de 200 trabajadores, que en la actualidad son más del doble; también vende en más de 70 países y para muchas personas es un icono. Aún así, ahora ya con 67 años  es una persona humilde, cercana a sus  trabajadores, a sus clientes, etc. Es alguien que sabe transmitir sin atisbo de soberbia su historia y quien reconoce que es feliz sabiendo que su producto ha hecho feliz a  muchas personas. Ya lo dijo otro grande de los negocios Richard Branson– muy diferente de nuestro protagonista en casi todo – “Un negocio no es más que una idea para hacer mejor la vida de otras personas”.

En cierta manera, su empresa cumple con todos los preceptos que exige ser una empresa con corazón. La empresa tiene valores muy fuertes que respeta siempre; también tiene empleados contentos, muy contentos, que además de su trabajo canalizan sus necesidades de vinculación con la comunidad a través de un programa de ayuda social de la propia empresa. Viven su trabajo como equipo, y son muy conscientes de que su éxito depende de ser parte de ese equipo. Fabrican  un producto que claramente sirve a la misión y visión de la empresa y son capaces de transmitir esos valores en su comunicación e incluso en su producto, con ello cierran el esquema de la gestión coherente.

Me siento muy orgulloso de haber podido conocerle, y me encantaría que muchas empresas pudieran seguir el ejemplo de la suya, que claramente es una empresa  con corazón.

 

 

¿Dónde aprendemos? El conocimiento blando.

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La respuesta habitual a esta pregunta en muchos casos seguro que será  en el colegio o bien en la universidad, incluso podemos decir que de nuestros padres, de nuestra familia, pero hay pocos que responderían que de la  vida, y es extraño porque yo creo que realmente aprendemos mucho de nuestra experiencia en la vida.

Creo que en la sociedad actual hemos dado mucha importancia al conocimiento adquirido mediante la enseñanza “estándar” -ya comenté en otro post que no soy muy fan de cómo está establecido el sistema educativo –  y muy poco a lo que hemos aprendido fuera de esta enseñanza.

Creo que debido a cómo estamos organizados necesitamos clasificar a las personas para saber dónde y cómo van a trabajar; así esta enseñanza estándar produce personas fácilmente clasificables en base a carreras universitarias o  a formación profesional,  lo cual facilita enormemente el trabajo de las empresas cuando quieren saber a dónde ubicar a una determinada persona. Además hace que los puestos de trabajo a organizar sean relativamente pocos y  corresponden a un determinado perfil que es el que se “produce” en las escuelas.

Sin querer minusvalorar el conocimiento sobre las materias que se imparten en colegios y universidades, que sin duda es muy importante – no me fiaría de un cirujano que no haya estudiado la carrera de medicina – creo que durante mucho tiempo hemos cometido el error  de creer que todo lo que se aprende fuera de dichas instituciones no tiene valor, cuando eso pese a no ser reglado puede ser un conocimiento muy valioso para cualquier organización.

Hay personas que jamás han pasado por una universidad que tienen conocimientos específicos, a veces a nivel de experto,  que han adquirido  por la práctica al tratarse esa práctica de una afición; pero no sólo los conocimientos marcan las posibilidades de alguien de ser realmente  básico en una organización, las habilidades personales, la capacidad de ser empático, o la resiliencia, el liderazgo, la generosidad, etc  todas esas capacidades que  incluiríamos dentro de lo que conocemos como inteligencia emocional y que los americanos llaman “Conocimiento Blando” se pueden desarrollar en perfiles muy diferentes a los estándar,  en personas que por su experiencia vital han aprendido mucho más de lo que se enseña en las escuelas.

Se me ocurre que una persona que dedique unos años a viajar por oriente quizás sea un mejor vendedor de una empresa en esa zona del mundo que alguien que haya hecho el mejor de los cursos de ventas del mundo. Es posible que su experiencia con culturas que son muy distintas a la nuestra le den ventajas que alguien que sólo ha aprendido la parte de conocimiento estándar no pueda llegar a entender.  Pero no sólo ocurre en casos tan extremos como el planteado,  alguien que por experiencia vital haya tenido que cuidar de un enfermo quizás tenga una capacidad de empatía superior al resto que le permita trabajar mejor que nadie en atención al cliente.

Como estos ejemplos podríamos encontrar infinitos, y una persona que se dedique a reclutar personal debería ser capaz de abrir su mente a perfiles que por falta de estandarización pueden pasar desapercibidos. El mundo que se abre ante nosotros puede que siga anclado en patrones que ya no son válidos, pero las personas somos diferentes debido a que hemos vivido circunstancias diferentes  y eso nos hace que no existan estándares y que la manera de conseguir el potencial de cada uno sea explotando todo lo que sabemos y no sólo las habilidades aprendidas en el sistema educativo.

De nuevo es responsabilidad de las empresas que buscan su corazón el saber apreciar y ubicar a las personas según todo sus capacidades.

¡Quiero mi mesa al lado de la ventana!

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Hay quien lo grita a los cuatro vientos cuando le cambian de sitio y hay quien lo sufre en silencio para que no se pueda decir que no es un verdadero profesional, y aunque de entrada puede parecer una tontería, el lugar físico donde trabajamos tiene mucha importancia en cómo sentimos nuestra posición dentro de la organización.

Y no sólo el lugar físico que ocupamos sino  muchas personas también dan mucha  importancia el ordenador que utilizan (caso de ser un trabajo de oficina) o incluso el teléfono móvil que les da la empresa, y por supuesto, si es el caso, el coche de empresa que conducen; y no sólo estoy hablando de altos directivos.

Hay varias razones para que esto sea básico para muchas personas, yo veo tres principales:

  • Interés por “comodidad”: que mi sitio esté cerca del agua, de la luz natural, la puerta, el almacén, etc. Se trata de un interés más bien básico, sin dobles fondos.
  • Interés “táctico”: estar cerca de algún colega con el que tenemos mejor relación, o lejos de alguno con el que tenemos mala relación. Se trata de un interés también muy básico, cercano a la comodidad pero con el añadido de las relaciones personales.
  • Interés “estratégico”: estar más cerca o más lejos del jefe, estar en un lugar que se entiende privilegiado entre los compañeros. Se trata de un interés más bien vinculado al ego, soy mejor que el resto porque ocupo este espacio.

En el caso del equipo de trabajo que va desde el casco de obra hasta la tableta de última generación, en función del trabajo desempeñado,  también veo dos motivos  muy claros:

  • Interés práctico: que necesitamos esa herramienta para trabajar, sin motivaciones externas.
  • Interés egoico: que está muy relacionado, una vez más, con el estatus dentro de la organización, los trabajadores entendemos que a mejor equipo más estatus dentro de esta.

¿Y cómo debemos trabajar esto desde la organización de la empresa?

Debemos ser conscientes de que las personas trabajamos de esta manera, es cierto que dejarse afectar por estas decisiones de empresa  no es una manera profesional de comportarse por parte de un trabajador, ni decidir en función de esto sería profesional por parte del manager, pero siendo conscientes de las afectaciones de nuestro ego en estos temas podemos llegar a decidir cómo actuamos, cómo comunicamos internamente las decisiones respecto a ubicaciones o equipo que se entrega a cada trabajador justificándolas o bien por merecimientos o bien por necesidad del negocio, por ejemplo será lógico que un diseñador tenga un ordenador más potente que un administrativo, o que alguien que trata temas confidenciales disponga de una despacho cerrado.

La conclusión es que aunque  pretendemos que la empresas sean sean  asépticas a las emociones, estas también tienen mucho que decir y muchas veces implican problemas de gestión de la convivencia, llegando a producir incluso baja productividad o incluso  la decisión por parte de un trabajador  de dejar un puesto de trabajo  al no sentirse reconocido.

Una vez más la correcta toma de decisiones en base a valores objetivos nos ayudará  a poder explicar de una manera coherente las decisiones que tomemos, y aunque no nos inmuniza contra la reacciones de los colaboradores de la empresa, si nos permite saber que la decisión tomada es justa.

 

Consumo consciente ¿cómo llegar al consumidor?

Consumo conscienteEn las últimas décadas del siglo XX y cada vez más acentuado en los años que llevamos del siglo XXI algunas grandes empresas, de todos los sectores, han sido capaces de crecer mucho, de manera en que algunas están valoradas muy por encima de la media del PIB de muchos países del mundo. Esta concentración de volumen de negocio lleva también una concentración de poder, lo cual desde un punto de vista político socaba el poder representativo de los gobiernos democráticos.

Ante esta situación, algunas personas alarmadas por la pérdida de control sobre la política de sus países han buscado el punto débil de estas grandes corporaciones, su talón de Aquiles que no es otro que su dependencia  del consumo que realizamos de sus productos o servicios.

Así que la recuperación de la capacidad de decidir está en la elección de qué productos consumimos en función de quién los fabrica y qué intereses tiene ese fabricante. Así si estas grandes empresas van a  controlar nuestros gobiernos por lo menos decidamos qué grandes empresas lo hacen.

Esta es una de las aproximaciones al llamado consumo consciente, pero no sólo se aplica a cómo afectan nuestras decisiones de consumo a  nivel de la sociedad como un todo, sino que también se pueden bajar a un nivel de decisión e impacto mucho más bajo; por ejemplo cuando consumimos productos de proximidad  y cuando lo hacemos en establecimientos también de proximidad, dando negocio y vida a nuestros vecinos.

Sobre estas ideas podéis encontrar más información en:

http://www.emaus.com/que-hacemos/educacion-transformar-mundo/ambitos-de-actuacion/consumo-consciente-y-responsable

http://partidoequo.es/quienes-somos/nuestras-ideas/programa-electoral/Econom%C3%ADa-y-Sociedad/consumo-consciente-o-consumo-responsable

http://www.consumoresponsable.org/criterios/index

Pero buscando qué implica esto desde el punto de vista de las empresas, creo que supone una gran oportunidad para aquellas empresas que hacen las cosas bien, ya sean grandes o pequeñas.

Este grupo de consumidores del que hablamos es aún muy pequeño en términos globales, no tiene suficiente fuerza como para cambiar políticas de empresa, pero poco a poco será más fuerte y con más poder dentro de las decisiones que puedan tomar estas empresas.
Pero ¿Quién llegará al corazón de esos consumidores conscientes? Lógicamente quien sea capaz de convencer a esos consumidores que sus valores y principios están alineados con los suyos propios; los que no utilizaran su poder económico para forzar determinadas legislaciones, los que mantengan sus  fuentes de aprovisionamiento locales o bien que su política de usos de la energía sea racional, también quien  pague sus impuestos en el país donde se produce su actividad y no en otro que les ofrece mejores condiciones fiscales.

Esa información no es fácil de encontrar, sobre todo cuando no interesa que sea encontrada; o cuando se tapa detrás de trasnochada comunicación de RSC – Responsabilidad Social Corporativa – que busca confundir; pero ¿cuándo si interesa comunicarlo de verdad? ¿Son conscientes las empresas que cumplen con un código de buenas prácticas que deben comunicarlo?

Ahora es un buen momento para ser pioneros creando canales de comunicación para que esas empresas lleguen a los consumidores, para que esos esfuerzos que suponen hacer las cosas de una determinada manera puedan recibir el premio en forma de consumo consciente, en forma de compradores que prefieren comprar un producto que les hace sentir que están haciendo lo correcto.

Ahora es un buen momento para las empresas con corazón.

Cuando no existía el miedo..

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A veces recuerdo que hubo una época en la que no tenía miedo a nada, ni a lo que decía, ni a lo que hacía…cada día era nuevo y permitía que cualquier idea por absurda que sonase pudiera llevarse a la práctica, o por lo menos quedar en un intento…eso pasaba cuando era niño….

En algún momento entre esos días y el que hoy vivimos pasó algo, que no sabría explicar, que hizo que me convirtiera en una persona  seria y formal, con responsabilidades, entre ellas un trabajo también serio y formal…

…y resulta que lo que hago en ese trabajo, yo creo que  bastante bien, tiene mucho que ver  con tomar riesgos, con ser creativo, con la originalidad y la capacidad de ir muy lejos con el pensamiento para intentar seguir ese pensamiento con  acciones,  pero aquello que un día fue mi estado natural hoy supone esfuerzo, estrés, incluso miedo…

¿En que momento aquello que había sido simple y fácil pasó a ser difícil y estresante?

No soy capaz de ver una sola causa por la que puede ocurrir que la naturalidad de los niños se pierda en los adultos, quizás hay una parte en la educación en la que priman principios como que hay que trabajar duro, o que algo valioso debe costar esfuerzo, seguro que también el peso de las responsabilidades que nos imponen o nos imponemos, pagar coche, casa… hasta tener hijos propios que sean capaces de vivir eso de lo que no somos capaces; pero deberíamos saber cómo  conectar con ese niño cada vez que necesitamos creatividad, valentía, arrojo…

Hoy en día para diferenciarnos en muchos puestos de trabajo, para hacer las cosas de una manera diferente, mejorar procesos y en definitiva ser capaces de aportar todo nuestro potencial a la empresa en la que trabajamos (incluso si es nuestra empresa…) debemos ser capaces de dejar atrás nuestros miedos, sobretodo el miedo al fracaso. Creo que  el secreto está en la conexión con ese niño que fuimos, con la ganas de probar cosas nuevas, de experimentar, de explorar…

También creo que para que podamos hacer eso hace falta estar en una organización que nos lo permita, donde no esté penalizado el probar mejoras, el innovar, y eso no siempre pasa. En cierta manera tengo la sensación de que se trata de un caso en el que “la pescadilla se muerde la cola”; muchos empresarios no quieren abrir la mano porque temen que la cosa no funcione y provoque pérdidas y muchos trabajadores no hacen las cosas de manera diferente a la habitual porque si se equivocan saldrán perjudicados.

¿Cómo romper ese círculo?

Es difícil de decir y dependerá de cada empresa, hay multitud de ellas que lo han hecho ya sea conscientemente con sistemas muy probados, como grupos de mejora que buscan la innovación de procesos por parte de los trabajadores en “entornos seguros”, o en otros casos de una manera más inconsciente  ya que  debido a la situación económica actual la innovación y la pérdida del miedo ha sido la única vía para salvar la empresa.

Está claro que cualquier organización que permita que reencontremos el espíritu indomable de la niñez, siempre de manera controlada, se estará haciendo un favor y nos lo estará haciendo a nosotros, porque cuando éramos niños estábamos más cerca de nuestro corazón.

El relax de las vacaciones…

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Llega un momento en que la vida en la empresa da paso a unas semanas, dos, tres o cuatro como mucho, de reencuentro con la vida fuera del trabajo… lo llamamos vacaciones y muchas personas pasamos el año pensando en ellas, como paradigma del mejor momento que podemos vivir,   pero seguro que es así?

Esta semana, antes de irme de vacaciones en Agosto he estado revisando todo lo que quiero hacer durante estas vacaciones, son cosas que me gustan, no me cargo de cosas que no me gustan durante vacaciones, pero ya he empezado a ordenar qué hacer y cuando hacerlo, qué libros leer, qué películas ver… a qué dedicar el tiempo libre…  hasta que me he dado cuenta que estaba haciendo lo mismo que hago en mi trabajo!!

Y es que es muy difícil para algunas personas desconectar de verdad, dejar atrás la sensación de tener las cosas organizadas, de tener “obligaciones” que cumplir, y como es difícil cambiar nos ponemos más obligaciones en forma de actividades de verano, con lo que nuestro cerebro nunca deja de procesar obligaciones y más obligaciones…

No sé si este es  vuestro caso, sé que esto es muy personal, pero por si os sirve he decido no hacer nada de eso que tengo planeado a no ser que tenga ganas de hacerlo…

Así que fuera horarios, fuera planes y haré sólo lo que me apetezca cuando me apetezca…

Espero que me funcione porque sinceramente tengo muchas ganas de encontrar esa paz que todos buscamos en vacaciones…

Así que con mis planes retomaré la escritura en el Hombre de Hojalata en Septiembre, espero que con muchas novedades.

Buenas y tranquilas vacaciones a todos…

 

¿Y si el crecimiento perpetuo no es la mejor opción?

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Aceptamos como algo totalmente asentado que vivimos en un mundo en el que la única opción estratégica de una empresa es crecer año tras año; y si bien es cierto que es una estrategia totalmente válida para aumentar beneficios, no sólo por la mejora de las ventas si no por la reducción del coste marginal que se produce al aumentar la producción, no creo que sea realmente la única opción.

Está claro que esta opción estratégica surgió en un momento en el cual la mejor manera de mejorar coste marginal, y por lo tanto el margen, era crecer año a año y ser cuanto más grande mejor estableciendo una barrera de entrada infranqueable a nuestra competencia.

Es posible que eso siga siendo válido así en algunos tipos de empresas, no soy economista y se me escapa, pero ¿en el resto?

Hasta ahora cuando hablamos de estrategia de empresa  en el Hombre de Hojalata estamos hablando de empresas en las que hay dos pilares muy importantes la atención al producto o servicio ofrecido y la atención al cliente; en este tipo de empresas su diferenciación básica, su ventaja competitiva está ahí y no en una mejora de costes, son empresas que gracias a su producto o a su atención no viven continuamente atadas a los precios, entonces para estas empresas ¿existe otra vía?

La idea que me pasa por la cabeza es que debe existir otra vía ya que el crecimiento sin fin no es sostenible ni tan sólo razonable.  El crecimiento viene dado en muchos aspectos por la definición financiera del concepto inversión; así una persona invierte en una empresa para obtener un beneficio, ¿cuánto? Por lo menos más del que obtendría por tener el mismo dinero en un banco, con lo cual el objetivo es rentabilizar al máximo dicha inversión.  Pero ¿tiene lógica entender una empresa sólo como una inversión financiera? Probablemente con los valores económicos con los que jugamos actualmente sí, pero según los modelos de comportamiento empresarial que suelo comentar en el blog, no necesariamente.

Si entendemos una empresa como un proyecto que va más allá de una inversión, un proyecto hecho desde los valores podemos entender que existan empresas  que defiendan su posición siendo líder en su producto, ya sea a nivel tecnológico, de calidad, de atención al público, estas empresas no necesitan el crecimiento como forma de protección ya que su manera de hacer negocio ya les protege. Desde esa  posición, estas empresas pueden permitirse un crecimiento consecuente con sus necesidades, que pueden ser compensar la inflación para poder mejorar sueldos, poder hacer las inversiones necesarias, o bien hacer frente a ciclos económicos más duros, pero no debería seguir el crecimiento sin fin como plan estratégico a largo plazo.

¿Y cómo sería esa empresa? Yo creo que en el momento en el que el crecimiento deje de ser el objetivo principal, la organización podrá centrarse en su misión y visión de una manera más clara, con lo cual aún protegerá más su posición y se convertiría en una empresa más rentable.

Y si lo vemos desde la perspectiva de los trabajadores de esas organizaciones, creo que salir de un modelo basado en el miedo a perder el trabajo en el momento en el que el crecimiento no sea continuado en el tiempo, mejorará la seguridad de estos trabajadores con el resultado de  incrementos en la creatividad, ganas de trabajar  e ilusión en los proyectos, con lo cual se producirá una mejora en la productividad para la empresa y  en general del nivel de satisfacción de los trabajadores.

Cambiar la orientación estratégica no es siempre posible, ni es una panacea, hay infinidad de cosas que pueden afectar a las organizaciones, pero para mí es factible que haya empresas que encuentren su sitio en el mercado fuera del modelo establecido , y por supuesto también su corazón.

 

 

 

La comunicación es un todo…

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Leía hace unos días un artículo, no firmado, en el que se hablaba del auge de las empresas que ofrecen montar una web a los pequeños negocios a precios bajísimos, y que sus argumentos de venta pasan por él mítico es que “debes tener una web” y tal como lo venden parece que es que hay que tener una web por tenerla, sin más, como un cartel en la puerta, “porque se tiene que tener”.

He estado pensando lo difícil que resulta para las pequeñas empresas entender lo que supone la presencia comunicativa global, y más en internet, y cómo a veces guiados con más buena o mala fe llegan a la conclusión de que deben tener una página web, o realizar una determinada campaña,  y ahí que van.

También es cierto que esa miopía ha afectado y afecta a empresas más grandes que durante mucho tiempo han pensado igual, la presencia digital, ya sea en internet o en las redes sociales se tiene porque se debe tener. Además al hacerlo separan claramente el concepto de comunicación online que se hace para ocupar un lugar, para tener una presencia pero sin mucho esfuerzo y la offline, la seria, la de siempre, y en cada uno de los dos mundos dan una imagen totalmente diferente.

La comunicación y la imagen que queremos transmitir es sólo una, y es una que se debe adaptar al canal a través del cual se envía, pero el mensaje debe ser siempre coherente.

No sólo eso, no hay ninguna obligación de cubrir todos los canales, una empresa grande puede decidir hacerlo, pero una pequeña debe elegir aquellos que le acercan más a sus clientes.

Por lo tanto una vez más apelamos a la coherencia para ver que en comunicación no hay nada que se deba hacer, hay acciones que son más útiles y otras que lo son menos,  y en función del presupuesto con el que contemos deberemos elegir qué nos ayuda más a trasladar nuestra imagen al público objetivo.

¿Una web es necesaria?  Pues depende ¿lo es el cartel anunciador de la puerta? En función del negocio que tengamos el cartel de la puerta es básico, por ejemplo si es un negocio en el que se atiende al público, o no lo es si no queremos que se sepa qué hacemos allá.

Y ¿de qué dependerá? Si descartamos tener un presupuesto infinito (porque nadie lo tiene por grande que sea) tendremos que elegir en qué lo gastamos, así que la decisión dependerá, entre otras muchas cosas, del tipo de negocio. Si mi empresa tiene  una marca que vende productos o servicios al público será muy interesante tener respaldado ese producto o servicio con una presencia web seria que sirva de refuerzo a la decisión de compra que se plantea el consumidor. Si por el contrario mi negocio es algo más orientado a la venta a empresa, quizás esa inversión sea mejor dedicarla a montar un evento técnico al que puedan acudir todos mis posibles clientes y vean in situ el funcionamiento de mi producto.

Existen infinitas combinaciones de acciones tanto en la red como fuera de ella, de pago y gratuitas que pueden servir a una empresa para llegar a  su público y como decía la coherencia es lo que nos debe guiar a buscar una buena opción para nuestro negocio, y también la posibilidad de trabajar con alguien que nos asesore, de verdad, y que no intente vender un producto “porque se debe tener”.

Además debemos recordar que lo importante es qué decimos y no solamente a través de donde lo decimos, y que eso que expliquemos debe ser verdadero. No hace mucho leí en twitter  que @RoyGrillo decía “No puedes comunicar bien lo que estás haciendo mal. Primero hay que hacer las cosas bien y después contarlas, no al revés.” No puedo estar más de acuerdo.

Cuando hablo de coherencia…

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Una posible definición de la coherencia es la siguiente…

Relación lógica entre dos cosas o entre las partes o elementos de algo de modo que no se produce contradicción ni oposición entre ellas.

Cuando me puse a escribir el blog, al empezar con los  primeros textos tenía claro qué quería explicar, pero no existía una línea que uniera todo, de manera de que lo que eran pensamientos separados, siempre relacionados con la empresa, se convirtieran en una manera global de ver la empresa.

Esa línea que podía unir los puntos, la descubrí un  poco más tarde; al seguir escribiendo más entradas del blog el concepto que me permitía hilar el discurso era  la coherencia.

Es más, no sólo empezó a tener la importancia de ser el nexo que aglutinaba las ideas para un texto sino que también pasó  a ser un concepto aplicable a todos los aspectos de la vida, así que empecé a valorar las cosas a través del prisma que aporta la coherencia.

A veces en nuestra vida privada hacemos cosas simplemente siguiendo la corriente; puede ser interesante hacer el ejercicio de parar y plantearse si eso que hacemos es coherente con lo que creemos; eso afecta a hábitos de consumo (¿
de verdad vamos a comparar esa marca?) de alimentación (¿eso es lo que realmente queremos comer?) o de entretenimiento. Para mi ese momento en el que paramos marca la diferencia y nos hace sentir más satisfechos con nosotros mismos.

Volviendo a la definición me quedo con el aspecto en el que la coherencia lleva a que no exista oposición y contradicción en las cosas; quizás esa parte es la que hace que el concepto coherencia sea tan potente, si somos coherentes no entramos en contradicciones, y son esas contradicciones las que a muchos nos generan un conflicto, que se puede resolver sólo por aplicar dicha coherencia.

También me he fijado que la aplicación de la coherencia está muy vinculada a la disciplina, de hecho ser coherente en cualquier campo requiere una disciplina, no funciona si sólo somos “un poco coherentes”.

La disciplina de la coherencia implica no hacer cosas que vayan en contra de nuestros principios, ya sean personales o profesionales, implica hacer esa parada que comentaba antes y seguir lo que nos indica nuestra intuición, lo que en cierta manera es navegar con el viento a favor.

Como comentaba antes, es algo aplicable en todos los ámbitos de la vida; en el caso de la empresa el concepto de coherencia  tiene mucho que ver con lo que ya expliqué en mi entrada sobre gestión con coherencia, a partir de esa entrada he ido evolucionando el concepto y para poder aplicarlo cuando trabajo, utilizo una idea propia, el Eje de la coherencia, algo muy sencillo que sigue los pasos lógicos para poder trabajar con una empresa desde lo más alto de la propuesta estratégica hasta la función del día a día siguiendo los mimos valores.

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 Igual que en la vida diaria sólo se trata de seguir esos pasos haciendo paradas para ser capaces de ver si eso que pensamos es coherente con lo que creemos. Ser coherentes creo que nos ayuda a cercarnos a nuestro corazón así como ayuda a la empresa en su búsqueda de un corazón propio.

 

Educación y trabajo

educacion_trabajo En mi última entrada comentaba algunas carencias que veo en el sistema de organización de muchas de nuestras empresas para poder aprovechar el potencial de sus trabajadores; personas que en cierta manera han trascendido el sistema cerrado basado en tiempo/ubicación que prima en occidente.

 Este sistema de trabajo fundamentado en la dedicación de un tiempo en una ubicación concreta proviene de la revolución industrial; antes de existir el trabajo organizado los profesionales, los artesanos, incluso los campesinos se organizaban en función de las necesidades de su trabajo y no con un horario fijo.

Cuando en esa época las grandes fábricas que nacían en muchos países de Europa empezaron  necesitar mano de obra, esta provenía básicamente del campo y para formar a esa mano de obra con un mínimo de conocimientos que les permitieran desarrollar ese trabajo surgieron los sistemas formativos en muchos países y la educación, patrimonio antes de las clases altas se universalizó; y ¿cómo se hizo?…según los mismos principios de las fábricas, en serie…

Igual que se seguía un proceso fijo para que un coche saliera por la puerta de una fábrica después de una serie de operaciones que transformaban los diferentes materiales para que se convirtieran en ese coche, la escuela se creó para recibir la materia prima, niños, y que al finalizar el proceso obtuviéramos trabajadores cualificados, para los que tener un trabajo fijo y poder alimentar con seguridad a una familia era su máxima aspiración. Así la escuela empieza a formar una fuerza de trabajo no sólo capaz, sino también aleccionada.

Y me diréis, ¿qué tiene que ver eso con nuestras organizaciones modernas? ¿Nuestros planes de estudios y leyes de educación, a cual más moderna, cambiadas cada legislatura? Para mí lo tiene que ver todo.

Yo recuerdo mi época en el colegio como bastante feliz, no tengo queja del trato, ni lo recuerdo con dureza; pero tengo claro que salí del colegio (y más tarde de la universidad) pensando que mi máxima aspiración era conseguir un buen trabajo y comprar una casa… y en este punto no es tan diferente de lo que esperaba de la vida alguien salido del sistema educativo de hace algo más de un siglo.

Creo que hasta no hace demasiado nuestra sociedad ha girado con esa rueda gigante de generar trabajadores para las fabricas de productos que esos mismos trabajadores y otros igual que ellos consumirán. Es la base del sistema, así que mientras el sistema ha continuado igual, la necesidad de personas aleccionadas ha sido la misma. Es cierto que ese sistema, esa rueda, ha parado en algunos momentos históricos para alguna generación y en algún lugar del mundo, son momentos de revolución (los años 60 en la costa oeste de Estados Unidos, por ejemplo) en los que un cambio general parece posible, pero el sistema vuelve a engullir a los revolucionarios que acaban trabajando en una multinacional y recordando sus años de lucha como una anécdota.

Es posible que el cambio de verdad no sea tan revolucionario, pero que sea más profundo. Ese cambio creo que vendrá amparado por dos condicionantes básicos:

  • La evolución en la educación en la que se empieza a dar protagonismo real a las emociones. Es cierto que no es la tendencia dominante pero cada vez se crean escuelas con patrones diferentes a los que hemos conocido hasta ahora, ya sean escuelas activas o escuelas libres, en los que los sistemas de aprendizaje priman el desarrollo de la persona y no el aleccionamiento. Son escuelas que buscan personas que puedan pensar por sí mismas, y que lo hagan desde unos valores
  • La tecnología, que hoy en día nos permite comunicarnos con cualquier parte del mundo, aprender  y compartir; y por otro lado nos da la posibilidad de crear. Nos permite  no depender de una gran inversión para ser capaces de fabricar.

Estos dos condicionantes, con el tiempo, van a generar personas capaces de pensar y con las herramientas para construir una realidad diferente, una generación que podrá elegir no depender del sistema establecido, no estarán obligados a cumplir con un horario y una ubicación, no creerán que el estado y la gran empresa deban darles trabajo y casa, se sabrán capaces de trabajar y desarrollarse. Una generación que podrá decidir cambiar el mundo y hacerlo para siempre.

Volviendo de nuevo a la última entrada,  y dejando de lado este futuro, utópico o no, que os comento. ¿No os suena haber conocido a personas así hoy en día?  Creo que cada vez son más las personas que ya cuentan con los recursos para independizarse del sistema.  Como decía antes no se trata de una revolución, es el mundo que cambia delante de nosotros y ese cambio espero que lleve a que las organizaciones lideradas y pobladas por esta nueva generación estén mucho más cerca de encontrar su corazón.